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Pesadilla en Elm Street (El origen): 1, 2, 3... Freddy viene a por tí

¿Recuerdan la canción? Freddy Krueger regresa a nuestros sueños en el remake de Pesadilla en Elm Street, un film de terror correcto y eficaz, que sin embargo fracasa al querer explicar los origenes del villano. Recuerden: si no se despiertan antes de que llegue puede que no lo hagan nunca.

¿Recuerdan la canción? Freddy Krueger regresa a nuestros sueños en el remake de Pesadilla en Elm Street, un film de terror correcto y eficaz, que sin embargo fracasa al querer explicar los origenes del villano. Recuerden: si no se despiertan antes de que llegue puede que no lo hagan nunca.

Pesadilla en Elm Street de Wes Craven dio un nuevo impulso al terror slasher, que en 1984 ya andaba atascado en secuelas sin complicaciones del matarife de turno. Craven aportó imaginación y un nuevo sentido al género con una película ejemplar en su modestia, que además de alguna que otra referencia culta a los arquetipos de Jung o incluso a Buñuel, era capaz de conectar con miedos viscerales universales y creó la figura de un icónico psicópata como es Freddy Krueger, un nuevo hombre del saco que, con el paso de las secuelas, fue ganando en sentido del humor y protagonismo.

Más de un cuarto de siglo después el director Michael Bay, uno de los puntales del cine de acción videoclipero, ha comenzado a lavar la cara a los mitos de terror para las nuevas generaciones, sustituyendo los obsoletos trucajes de las austeras producciones ochenteras por un cuidado visual heredado de su paso por la publicidad y un tono severo y violento alejado de todo intento de parodia. El resultado han sido una serie de remakes-secuela -La matanza de Texas (2004) o Viernes 13 (2009)- que han traido a colación de nuevo nuestras peores temores infantiles.

De esa manera, Pesadilla en Elm Street. El origen destaca por su talante serio y también su ritmo constante e implacable, que garantiza el entretenimiento y la tensión pese a una adicción al susto fácil que no siempre triunfa. Krueger vuelve a ser una figura invencible e inevitable de la que no se puede escapar, algo a lo que ayuda la temible interpretación de Jackie Earle Haley. No obstante, el gran error de la nueva pesadilla es precisamente su tentativa de aportar novedades al discurso de la original, explicando en exceso la figura de un asesino que basaba su atractivo, precisamente, en su carácter de ensoñación colectiva y casi abstracta casi tanto como en su memorable aspecto físico, explicitándose además sus motivaciones (por fin abiertamente sexuales) y anulando casi totalmente esa recurrencia al enfrentamiento de la Bella y la Bestia que Craven, no sé si involuntariamente o gracias al reparto de la original, presentó tan bien.

El resultado es una película de terror sólo eficaz y del montón, que elimina el potencial de sugerencia de la idea y que tampoco aporta la imaginación grotesca, mórbida y definitivamente camp de las secuelas de aquella (destacando la cachonda pero sugerente Pesadilla en Elm Street 3, que dirigió Chuck Russell). No obstante, el director Samuel Bayer juega algunas cartas interesantes. El cambio de tercio a la media hora de película sustituyendo a una protagonista por otra (idea presente en la original y mejorada aquí), y algunos apuntes inesperadamente crueles de Krueger (como cuando recuerda a una de sus víctimas que dispone de siete minutos hasta que su cerebro muera de verdad) convirtienten la propuesta en una secuela válida, que Bayer resuelve con el oficio de quien recibe un encargo y sabe cómo cumplirlo. Pero nada más.

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