Menú
ESTRENO: 26 DE MARZO

Querido John: Esta rubia ya no tiene quien le escriba

Lasse Hallström continúa su trayectoria en EEUU con un melodrama romántico basado en una novela de Nicholas Sparks (El diario de Noa) con los guapos Channing Tatum y Amanda Seyfried. Un joven soldado se enamora de una estudiante, aunque todo se va al garete cuando es llamado al frente.

Lasse Hallström continúa su trayectoria en EEUU con un melodrama romántico basado en una novela de Nicholas Sparks (El diario de Noa) con los guapos Channing Tatum y Amanda Seyfried. Un joven soldado se enamora de una estudiante, aunque todo se va al garete cuando es llamado al frente.

Querido John sigue desde el comienzo todos los tópicos habidos y por haber del folletín romántico, género capaz de herir la sensibilidad del espectador casi tanto como la última entrega de torture porn de los productores de Saw. Si eso no ocurre en esta ocasión es gracias, y solo gracias, a la solvencia de algunos de sus elementos, empezando por la pericia de su director a la hora de no poner el acento en lo más meloso (misión casi imposible), y por el peso específico que actores como Amanda Seyfried o Richard Jenkins son capaces de aportar a sus respectivos papeles.

Hallström, liberado de las garras del productor Harvey Weinstein y la Miramax (bajo cuya tutela realizó películas notables como Las normas de la casa de la sidra o Chocolat,  así como otras mucho menos excelsas) trata de levantar el vuelo y poner todo su oficio y artesanía en el género sentimental con un romance voluntariamente añejo, muy atado a convenciones algodonosas y con demasiadas concesiones para el público adolescente.

Como no es plan de cebarse, lo mejor de Querido John son sus tramas secundarias, a las que un avispado Hallström presta la debida atención, sabedor de que el romance se desinfla a pasos gigantes cuando la pareja se separa. De esa manera, la relación de John con su padre autista (un excelente Richard Jenkins) goza de más sentimiento que los acontecimientos de la relación de John y Savannah y, sobre todo, que aquellos que se desarrollan en el frente (en un defecto similar al de la reciente Brothers ). Es  todo lo relacionado con este nivel lo que insufla vida al relato en los episodios en los que se desmaya el amorío.

Pese a que Channing Tatum aporta cierto porte y dignidad en su sosedad y sería injusto desperdiciar su actitud estoica, es Amanda Seyfried la que ilumina la pantalla con el entusiasmo acostumbrado en la actriz de Mamma Mía! o la horrible Jennifer’s body. La actriz consigue, de hecho, superar un par de terribles olvidos de guión que marcan definitivamente su personaje. Son ellos y la labor de Hallström los responsables de sacar todo el brillo posible a la historia, sea cual sea este, en momentos como las primeras correspondencias entre los dos protagonistas, haciendo soportable el recorrido romántico de la pareja en todas las etapas de su relación. El director sueco otorga también cierta ambigüedad genuinamente romántica, esta vez sí, al desenlace de la historia (en un detalle que, estoy seguro, no proviene la novela de Nicholas Sparks) y una calidad etérea a la estética del film que matizan su telefilmesco atractivo. No es un gran drama, pero al menos no es Luna Nueva.

En Chic

    0
    comentarios