Cuando se pelearon Paco Camino y El Cordobés en Aranjuez (por la algo frecuente causa de quites "inoportunos"), pregunté a un retirado matador de toros si antiguamente surgían estos altercados.
Me relató que a él se se lo hizo uno en cierta ocasión cuando era joven.
Y que allí mismo le cantó las cuarenta delante de todos para que tomara nota todo el mundo.
Por cierto, se llamaban de Ud. uno al otro.
Al igual que decía mi madre : "Cuando mi padre me llama de Ud., o ha habido palos o los va a haber".
Vamos a ver si informamos bien, sin sensacionalismos. No se pelearon, si bien fue porque dos no riñen si uno no quiere. Y éste fue Rivera. Aparicio decidió no torear y pretendía que Rivera tampoco lo hiciera. Como era un festival benéfico, Rivera decidió seguir adelante y torear, cosa que a Aparicio. Y ya está. No creo que a eso se le pueda llamar pelearse.
En el mundo de los toros siempre han habido piques.
Decia mi padre que los toreros antiguos salian a
hacer el paseillo de manera desafiante unos contra
otros.
Una vez un torero (no recuerdo su nombre)
miró desafiante al resto de la terna y saludó diciéndoles
"CORNÁS PA TÓS".
El torero antiguo era jabato, bravucón y si se acompañaba
de arte producía la simbiosis de la tauromaquia que se
resume en la conjugación de ARTE Y EMOCIÓN.
Ahora todo está muy comercializado, por medio de los
empresarios y apoderados y las figuras ya saben cuantas
corridas tienen contratadas para toda la temporada.
Antes los contratos se los ganaban pulso a pulso en
el ruedo.
Vamos, que quedaron como Cagancho en Almagro, o como Vigalondo en Twitter.