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ESTRENO: 18 DE MARZO

Tensión sexual no resuelta: Enredo amoroso con Pilar Rubio y Amaia Salamanca

Tensión sexual no resuelta se presenta dispuesta a arrasar la cartelera primaveral con un enredo amoroso y sexual juvenil que requiere desarmarse de prejuicios. Y lo consigue: el film de Miguel Ángel Lamata (Una de Zombies) consigue divertir y ser visto como lo que es: gamberrismo cinematográfico.

Tensión sexual no resuelta se presenta dispuesta a arrasar la cartelera primaveral con un enredo amoroso y sexual juvenil que requiere desarmarse de prejuicios. Y lo consigue: el film de Miguel Ángel Lamata (Una de Zombies) consigue divertir y ser visto como lo que es: gamberrismo cinematográfico.

El invento tiene unos diez primeros minutos que provocan pavor absoluto, pero afortunadamente luego toma aire y obsequia al espectador con algo parecido a hora y media de carcajadas sin freno. Después de que la galería de personajes se enriquezca con las aportaciones de un hilarante (quién lo diría) Miguel Ángel Muñoz y una ristra de talentos televisivos de los de última hornada, el film despega en lo suyo, que no es otra cosa que hacer un desprejuiciado show coral juvenil a mayor gloria de una serie de actores de desigual talento que, no obstante, cumplen todos con lo prometido.

Eso no quita que Tensión sexual no resuelta sea un film inoperante cada vez que toca mover la acción hacia delante. Lamata se muestra mucho más cómodo en la pura ocurrencia y el gag de situación, ya sea en el registro más grueso o en otro más sorprendentemente afilado (atención a la referencia final a la ministra de Cultura y todo lo relacionado con el “Ultra-teatro”), que en organizar las piezas de puzzle con coherencia. El argumento se lía innecesariamente en su sucesión de líos amorosos y Lamata tampoco aporta una puesta en escena más allá de lo funcional. Pero su visión funciona cuando toca elaborar un show loco con un pie en el estereotipo urbano (la pija, el heavy, el profe) y otro en la sitcom Friki y gamberra de humor manchego.

Así que aceptamos barco y reconocemos que Tensión sexual no resuelta no quiere ser una buena película (no lo es, nunca, de ninguna de las maneras), sino una mera comedia de situación picante y faltona, pero con un descaro freak que resulta razonablemente fresco y que no trata de disfrazar su primario y hormonal atractivo. No es plan resaltar que la película tire de estereotipo, ya que tiene la honestidad de no presentarse como lo que no es. Lamata se limita a una comedia amorosa juvenil y adolescente que lava la cara tanto al Ozores más salido de madre, como la comedia de iniciación sexual americana, sumando al conjunto cierto toque urbanita de la comedia de encuentros y desencuentros amorosos de la España de los noventa. Y todo ello pasado por el tamiz de la televisión más actual, que es el quid de la cuestión e incuestionable gancho comercial del producto-película. Y lo cierto es que no se le puede pedir peras al olmo, y que quedan para la posteridad un par de gags gloriosos (fíjense en la subtrama que envuelve a los dos heavys).

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