La riqueza de tonos con la que Jason Reitman adorna Up in the air, es ya suficiente para coronarlo como película ganadora. El director de Juno se siente tan cómodo chapoteando en el humor cínico y afilado que destila el film en su primera mitad, como cuando toca moverse dentro de los parámetros de la comedia romántica más tradicional. Reitman les da vuelta y media a los clichés de uno y otro género y los fusiona con mimo y razonable mala uva. En manos de otro faltaría el canto de un duro para que todo quedara en el melodrama televisivo de turno, pero Reitman sabe explotar la originalidad de su planteamiento y sacar paletadas de buen cine.
El film comienza con un acerado retrato de la América de la crisis económica a través de un individuo de moral dudosa, criticando en su grado justo para no caer en referencias demasiado concretas, y aportando una nota de actualidad muy bien inserta en el relato. Pero Reitman apunta hacia un discurso más universal y respetuoso con el melodrama clásico norteamericano. La dinámica que exhibe Up in the air es casi modélica: la faceta patética y la delicada aparecen totalmente cohesionadas para satisfacer a cuanto más público mejor, aunque Reitman se permite, gracias a su fenomenal guión, rellenar los huecos con una incertidumbre que llega a su cénit en un excelente final, que tiñe de oscuro la agradable fábula.
El film es también un desencantado poema a los EEUU, retratados en toda su enormidad material, y una comedia absolutamente disfrutable de cabo a rabo fundamentada en un guión de hierro y rematada por un plantel de actores totalmente adheridos al texto: desde un George Clooney absolutamente comprometido con todas las facetas de su personaje hasta la bella Vera Farmiga o Anna Kendrick, todos se revelan capaces de aportar al film la amplia gama de emociones que se les pide.