Una derrota sonora, sí, pero mucho menos de lo que esperaban en Barcelona y Madrid. A pesar del derrumbe electoral, de perder 8 escaños, 70.000 votos, un 4% y la condición de segunda fuerza política -y por tanto de principal partido de la oposición-, en la calle Ferraz respiraron con "moderada satisfacción", prueba de que las cosas no andan muy allá por filas obreras socialistas. El mismo ambiente que se vivió en la sede del PSC donde, 30 minutos antes del comienzo del escrutinio, ya asumían prematuramente la estrepitosa derrota que le daba la encuesta de TV3, entre 16 y 18 escaños. De ahí la euforia posterior al comprobar que el seguimiento del escrutinio les mantenía por encima de la barrera de los 20 escaños.
"Firmábamos todos por este resultado" decían algunos dirigentes nacionales a Libertad Digital en la sede del PSC sin reconocer el peor resultado de su historia. José Montilla, Celestino Corbacho, Carmen Chacón, Josep Borrel e Isabel López i Chamosa se intercambiaban caras de alivio y decepción al preceder la entrada, ovación incluida, del candidato del PSC, Pere Navarro en la sala de prensa de la sede de la calle Nicaragua. Navarro comenzó agradeciendo la participación de los ciudadanos y el esfuerzo de su equipo y su familia en la dura campaña electoral que, a su juicio, ha servido para algo.
"Hemos tenido un resultado que no es el que queríamos pero son mucho mejores que los que nos planteaban las encuestas", fue el mensaje central del secretario general del PSC. El líder catalán hizo alusión a la derrota psicológica y real de perder la posición de segunda fuerza política en el Parlament: "Somos la segunda fuerza política en número de votos, pero vamos a seguir trabajando no para ser la segunda sino la primera fuerza política".
En clave independentista abogó por "continuar trabajando para enseñar cuál es nuestra propuesta, nuestro mensaje de sensatez que necesitan los ciudadanos" y avanzó que seguirá proponiendo "una reforma de la Constitución que proponga un estado federal". Aunque se congratuló porque "el gran fracaso ha sido de Mas" y su proyecto y porque "la voluntad del pueblo catalán no ha sido esa". Pero ni pidió su dimisión ni cuestionó que no dimita. Sí señaló que la escalada verbal entre CIU y PP han obstaculizado la recepción de su modelo de estado: "Es posible que entre tantos gritos de independencia haya costado hacer llegar nuestro mensaje". Criticó también el momento de unas elecciones que "no eran necesarias" y se comprometió a avanzar "en las políticas sociales y cambios en la fiscalidad catalana".
Rubalcaba gana... tiempo
La realidad es que las elecciones catalanas se habían perfilado como un plebiscito interno del actual secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba, habida cuenta de que se trata de la cuarta debacle electoral del PSOE que el lídera (generales, gallegas, vascas y catalanas). Eso sin contar las andaluzas que perdió el PSOE, bajó en número de votos pero logró formar un gobierno de mayor de mayoría estable con IU.
Así se explica que el peor resultado en la historia del PSC haya sido interpretado por Rubalcaba en twitter como "un resultado muy digno en una campaña enormemente difícil". Porque Navarro pierde, pero Rubalcaba gana. Al menos tiempo, de cara a una renovación del partido que se habría transformado en catarsis de cumplirse la sandría de los 12 escaños menos que auguraban algunas encuestas.
La estrategia de la Ejecutiva Federal es por tanto focalizar la derrota en el fracaso político e independentista de Artur Mas, tal y como hizo desde Ferraz Óscar López calificando de "castigo excepcional" y "lección severa" la otorgada al President por la ciudadanía por convocar un plebiscito sobre su deriva independentista.
Este lunes tendrá lugar la reunión de la Ejecutiva Federal a la que Rubalcaba irá algo más cómodo a pesar de que, sin duda, habrá voces, menos críticas que las esperadas pero voces, al y al cabo, que seguirán alentación la renovación urgente de un PSOE que ya se conforma con dulces derrotas ante su imposibilidad material de alcanzar victorias.