La infanta Cristina se convirtió durante un tiempo en el objetivo número uno de ETA. Esto es lo que asegura el periodista José María Zavala en su libro Infantas. Según relata, la banda terrorista pretendió secuestrar a la hija pequeña del Rey durante su etapa de estudiante en la Facultad de Ciencias Políticas en la Universidad Complutense.
Un miembro no fichado de ETA se habría desplazado a Madrid para seguir todos los pasos de la infanta y conocer así todos sus movimientos, incluidos todos sus itinerarios de ida y vuelta a la universidad.
Cada mañana acudía en su propio vehículo a la facultad y la seguridad no era excesiva. Además, la preocupación aumentó aún más por las fundadas sospechas de que ETA planease secuestrar a la infanta. Al parecer en el aula solo la acompañaba una policía de 30 años, lo que era un riesgo excesivo a tenor de las amenazas terroristas puesto que el resto de la escolta permanecía lejos en caso de que los terroristas decidiesen atentar.
Por ello, en una reunión en la que estaba delante la Reina se decidió aumentar de manera considerable la seguridad y tener alrededor de ella en todo momento a quince agentes impidiendo a ETA poder actuar con mayor facilidad.
Con esta acción, ETA pretendía provocar el mayor impacto posible en la sociedad española. Finalmente, el buen hacer de las fuerzas de seguridad impidió que se llevara a cabo.