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El Rey elude el desafío separatista catalán y la corrupción

Ni Botsuana, ni Urdangarín ni desafío separatista. El Rey habló de la crisis, aunque dejó claro que "no todo es economía".

En uno de los discursos de Nochebuena más cortos de los que se recuerdan, Su Majestad el Rey don Juan Carlos, con un aspecto informal, apoyado en su mesa de trabajo y no en la tradicional silla junto a la representación del Misterio, ha eludido todos los temas de candente actualidad y que le afectan directamente.

Sus palabras han ido dirigidas a la crisis económica y a la política, "la política con mayúsculas", que ha reivindicado sabedor de que "no vive sus mejores horas en la percepción de los ciudadanos" y también porque "no todo es economía", frase que ha enfatizado repitiéndola. Un énfasis que choca con el mensaje en el que ha querido insistir una y otra vez Mariano Rajoy ya desde que preparaba la campaña electoral previa a las elecciones que le colocaron en La Moncloa al frente del Gobierno.

"Quiero reivindicar la política porque su papel es fundamental" en la salida de la crisis. Pero se refería "a esa política que solemos llamar la Política con mayúsculas", la que "desde el Gobierno o la oposición, fija su atención en el bienestar de los ciudadanos", la que "integra lo común para sumar fuerzas", la que "sabe renunciar a una porción de lo suyo para ganar algo mejor y mayor para todos. La que busca el acuerdo para encauzar los grandes desafíos colectivos", ha señalado en un claro mensaje a los grandes partidos nacionales.

Sin autocrítica

Sin duda, el mensaje de este año del Rey habrá sido una decepción para todos aquellos que esperaban alguna mención a alguno de los escándalos que este año han rodeado a la Familia Real y a su persona en particular. Escándalos como las disculpas que tuvo que pedir tras el accidente en Botsuana donde se encontraba cazando elefantes con la princesa Corinna zun Sayn-Wittgenstein. O el que rodea a su yerno, Iñaki Urdangarín, por el Caso Nóos.

Y llama la atención precisamente porque hace sólo un año, en su mensaje navideño, llegó a afirmar que "todos, sobre todo las personas con responsabilidades públicas, tenemos el deber de observar un comportamiento adecuado, un comportamiento ejemplar". También dijo que todos debemos ser iguales ante la ley. Añadía que "es natural que la sociedad reaccione cuando se producen conductas irregulares que no se ajustan a la legalidad o a la ética".

Aquel mensaje, que fue trending topic en Twitter, llegó apenas dos semanas después de que el Jefe de la Casa Real, Rafael Spottorno, calificase de "no ejemplar" el comportamiento de Iñaki Urdangarín. Unas palabras que ahora quedan en entredicho tras conocer que el propio Urdangarín ha compartido la mesa de Nochebuena con los reyes y los príncipes.

Ya aquel mismo día, la prensa se hacía eco de la fractura que había ocasionado en el seno de la Casa Real la implicación de Iñaki Urdangarín en casos de corrupción por los que este año ha tenido que pasar por el banquillo. Este año no ha hecho ninguna mención, siquiera parecida.

¿Y la persecución del español?

Tras repetir que "no todo es economía", el Rey ha recordado que España ha salido de otras difíciles crisis económicas, aunque quizá no tan graves como la que atravesamos en estos momentos, ha llegado a reconocer.

En cualquier caso, ha querido poner en valor que para salir de la crisis va a ser necesario "promover valores como el respeto mutuo y la lealtad recíproca", valores que a su juicio "contribuyeron a poner en pie un nuevo marco de convivencia" al amparo de "las diferentes lenguas, culturas e instituciones" que engloban España. Añadía que "es hora de que todos miremos hacia delante y hagamos lo posible por cerrar las heridas abiertas" porque "será un éxito de todos, ciudadanos e instituciones". En cambio, no ha dedicado ni una sola frase, palabra o alusión a las miles de personas que ven sus derechos cercenados en comunidades autónomas donde su idioma, el español, se ve perseguido.

La crisis económica

Tras un breve preámbulo y en los primeros compases del discurso, apoyado en su mesa de trabajo, el Rey ha afirmado que "vivimos uno de los momentos más difíciles de la reciente historia de España". Pero saldremos adelante, decía el jefe del Estado, porque "podremos superar las dificultades por la creatividad de nuestros hombres y mujeres y por la fortaleza de nuestro sistema productivo".

Como protagonista en Europa e Iberoamérica –región que ha mencionado en varias ocasiones- España, seguía el Rey, "debe ser parte de la solución a la crisis global y protagonista en la toma de decisiones en los grandes foros". En su opinión "nada de lo conseguido juntos, ni el bienestar económico, ni el proceso de construcción política y económica puede verse amenazado".

¿Su fórmula frente a la crisis? "Austeridad y crecimiento deben ser compatibles. Las renuncias de hoy", decía, tienen que garantizar la prosperidad de mañana, para que "nuestra economía vuelva a crecer". Además, "tenemos que poner en orden nuestras cuentas y a la vez generar estímulos para la generación de riqueza".

Sin mencionar al heredero

Si en otros discursos –sin ir más lejos el del año pasado- solía hacer una mención al príncipe Felipe como heredero del trono, en esta ocasión lo ha obviado. En su lugar, ha reivindicado los "37 años" de su "reinado", durante los que "hemos pasado por diferentes coyunturas" complicadas. Unas dificultades de las que "supimos salir" haciendo que "nuestro bienestar mejorara. Y lo hicimos por muchas razones, pero porque teníamos confianza en un proyecto compartido por todos".

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