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'La Gaceta' revela el problema genético de Ada Colau

Ada Colau y su banda se están ganando a pulso un espacio en los periódicos y mucho cachondeo con Méndez como renovación de UGT.

El Mundo está hoy graciosillo y abre su portada con una foto de Rubalcaba y Cándido Méndez, que ayer fue reelegido líder de UGT. "Prosigue imparable la renovación generacional en la izquierda", dice con gran ironía.

Cuenta además que "la policía alejará a los acosadores de las casas de los políticos". Pedro J. ensalza a Felipe González, que dijo ayer "con claridad" que "un niño, independientemente de quién sea su padre o su madre no debe ser presionado a la puerta de su casa". Jo, Ada. Has conseguido poner de acuerdo a Pedro J. y a Felipe González. Yo esto lo contaba en mis memorias.

El País nos vuelve a dar la matraca con Bárcenas a ver si logra demostrar "la veracidad" de sus papeles y no suelta a Feijóo. "Las cuentas del PP registran donaciones ilegales a Bárcenas", dice. El titular de Feijóo tiene trampa. "Feijóo reconoce que empresas de Dorado lograron subvenciones de la Xunta", dice, para aclarar más tarde que "recibieron dinero con la coalición de socialistas y nacionalistas", o sea, los mismos que piden su dimisión. La releche. El País no cree que Feijóo no supiera que el señor de la foto fuera un camello. "Solo en este periódico se publicaron decenas de informaciones sobre Dorado". Claro, que "es posible que Feijóo no leyera este periódico" dice sin mucho convencimiento de que eso pueda suceder realmente.

El periódico de Cebrián está como un niño con zapatos nuevos con las expropiaciones de los socialistas andaluces. "La izquierda exhibe el decreto de la vivienda como ejemplo de su política". "Si aquí no hay izquierda, que baje Dios y lo vea", dice con entusiasmo citando a Elena Valenciano. La iniciativa ha sido como "una especie de aparición milagrosa", considera.

ABC cuenta que ya sabe "cómo se filtraron las fotocopias de Bárcenas". Resulta que el abogado Jorge Trías las tenía en una caja fuerte y "dudó" entre dárselos a la Justicia o a El País. Al final le venció la vanidad y prefirió ver su foto en los quioscos y se los entregó a un abogado del periódico de Prisa. El caso es que Trías cuenta cómo se le ocurrió la idea. "Me serví un whisky lagovuline, con solo un cubito de hielo, pues me gusta ese sabor final de madera de roble que tiene, y me puse a leer los papeles". Y claro, al final pasó lo que pasó, que ni Bárcenas reconoce la letra.

Isabel San Sebastián dice que hay que ver con Zapatero, "tanto empeño, tanto dinero invertido en obligar a los estudiantes a cursar Educación para la Ciudadanía" para que nos salgan Adas Colau y sus "hordas avasallándonos" dedicados "al acoso e intimidación de políticos culpables de militar en las filas del centro-derecha". "La turba" ha escogido ahora a los populares como "chivos expiatorios de su ira. Antes que ellos desempeñaron ese papel los judíos, los herejes, la ‘brujas’, los enajenados", así que andarse con ojo, "en breve nos tocara a periodistas, banqueros y bancarios, jueces, profesores". Isabel, que me estás acojonando.

La Gaceta habla del "caciquismo sindical" y "la era de los saurios". "No hay líder político, social,  ni económico español que haya conocido tan sorprendente longevidad" como Cándido Méndez dice admirado. Cuenta el periódico de Intereconomía que "la madre de Ada Colau trabaja como asesora inmobiliaria en una agencia del barrio de Gracia en Barcelona". Anda, mira ¿hace un escrachillo? Y dice que a Ada lo de ir de matona por la vida "le viene de herencia", que su madre lee "diarios tan marcadamente izquierdistas como eldiario.es" y a pesar de ser de Soria "le gusta el colectivo Cataluña hasta la muerte representado por la bandera independentista". "Igualita que su madre", ha salido la moza, dice La Gaceta.

La Razón viene hoy con portada histórica. "Aferrados al pasado", titula bajo sendas fotos de Méndez y Rubalcaba en 1999 y ayer como si los años no pasaran por ellos. Y cuenta que "Griñán debe 467 millones a los bancos que quiere expropiar". Va a molar cuando se lo diga. Ya estoy oyendo al banco. ¿Que me vas a hacer qué, dices?

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