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La Guardia Civil busca de nuevo el cuerpo de Publio Cordón en el Mont Ventoux

Utiliza un gradiómetro de protones, mucho más potente que los georadares utilizados anteriormente.

Cerrar definitivamente el caso de Publio Cordón. Ése es el objetivo que se han marcado los agentes de la Guardia Civil, que llevan ya casi dieciocho años tratando de cerrar esta causa. Primero, localizando con vida al empresario zaragozano, secuestrado por los GRAPO (Grupos de Resistencia Antifascistas Primero de Octubre) en 1995. Después, intentando encontrar su cadáver.

Para ello, agentes del Instituto Armado, ayudados por efectivos de la Gendarmería francesa, están trabajando en los últimos días en el Mont Ventoux, ubicado en las cercanía de Lyon y uno de los montes más conocidos de los Alpes franceses, por ser uno de los finales más tradicionales en las etapas de montaña del Tour de Francia, para intentar encontrar los restos mortales del empresario, en la que es la cuarta operación de búsqueda del cuerpo en esta zona.

Esta nueva operación se ha impulsado después de que a principios de mes fueran localizados dos pisos y un zulo de los GRAPO en las cercanías de Paris que, según los investigadores, habrían sido utilizados por los secuestradores de Publio Cordón, los mismos que pocos días después de privarle de su libertad le enterraron en el monte después de que el empresario perdiera la vida intentando huir al caer desde el tejado de la casa en la que le retenían.

Según informaron a Libertad Digital fuentes de la investigación, los agentes la Guardia Civil desplazados a la zona están empleando una nueva herramienta de localización mucho más potente que los georadares utilizados anteriormente. Se trata de un gradiómetro de protones, facilitado por una empresa privada, que es parecido a un gran detector de metales gigante, y con mucha más potencia y capacidad para localizar bajo tierra que el instrumental que se venía utilizando en anteriores ocasiones.

Las mismas fuentes remarcaron la complejidad del proceso de búsqueda, pues los secuestradores –el terrorista Fernando Silva Sande, uno de sus captores, no empezó a colaborar con la Justicia hasta 2009– acudieron por primera vez a la zona para enterrar el cadáver, lo hicieron en plena noche, y el monte ha cambiado mucho en estos casi veinte años, aunque se mostraron optimistas y consideraron que tarde o temprano se acabará localizando.

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