Aún Mariano Rajoy en la oposición, Ángela Merkel se convirtió en el gran referente y un aliado clave para el PP. Pero todo cambió ya en el poder: Berlín se erigía como estricto vigilante del déficit público mientras que Madrid, París y Roma reclamaban más tiempo y denominadas "políticas de estímulo" frente a los recortes. Pese a este escenario político, confirmado con el paso del tiempo -un buen ejemplo son los Consejos Europeos-, el mandatario español expresó su "más alta consideración y estima" hacia la alemana tras felicitarle por su histórica victoria en las urnas.
En su telegrama, el presidente entendió este resultado en dos vertientes: "Estoy seguro de que dichos resultados constituirán un poderoso incentivo para continuar promoviendo la agenda reformista del Gobierno alemán e impulsando con determinación y altura de miras el proyecto de integración europea". Esto es, más ajustes y más Europa.
En palabras de Rajoy, estos objetivos son "insoslayables", y todavía destacó que "no hay alternativa posible al proceso de reforma estructural a nivel tanto europeo como nacional". Y añadió: "Sólo así garantizaremos a nuestras generaciones presentes y venideras el legado que se merecen: una Europa fuerte, competitiva, cohesionada, solidarias y próspera".
Una hoja de ruta compartida por España, según Rajoy, que se definió como "un firme aliado para la consecución de este propósito". En cuanto a las relaciones bilaterales, todo fueron buenos propósitos: "Espero que esta contundente victoria contribuya al fortalecimiento, a todos los niveles, de los ya de por sí estrechos vínculos hispano-alemanes".