El Mundo revela que "la sanidad vasca fomentará que médicos y enfermos hablen euskera". "Osakidetza creará un registro de pacientes y trabajadores euskaldunes para identificar las preferencias lingüísticas". Dice Pedro J. que "lo que el Gobierno de Urkullu pretende es usar la sanidad como elemento de ingeniería para imponer el vasco en todos los ámbitos de la sociedad". Ve el director de El Mundo que "el ejecutivo vasco, como el Gran Hermano, quiere vigilar lo que habla cada ciudadano e imponer progresivamente el euskera como una lengua hegemónica, siguiendo los pasos de un nacionalismo catalán que ha convertido el idioma en un instrumento de discriminación entre buenos y manos". No sé, no sé, Pedro, para mí que con ese idioma del demonio les va a costar más. Pero si hasta Otegui escribe su libro en castellano. También cuenta El Mundo el regreso de una estrella. "Garzón y el hijo de Carrillo se ofrecen al PSOE para reforzarlo y 'derrotar' al PP". Vamos, algo así como la zeja de Zapatero pero sin el glamour de los Bardem, Sabina, etc... Hijo, Rubalcaba, para lo que hemos quedado.
Federico Jiménez Losantos habla del 11-M a raíz de la referencia que hace Aznar en el segundo volumen de sus memorias. Aznar habla del informe que el CNI le hizo llegar dos días después de la tragedia, contando cómo "la inmensa maquinaria de espionaje norteamericana, la NSA, fue incapaz de encontrar una sola pista sobre sus autores ni antes ni después de la masacre. Y sigue sin encontrarla. El sarcasmo, solo parcialmente justificado, de los antiaznaristas debería emplearse en criticar que el expresidente no haya empleado estos nueve años en investigar el gran enigma de la historia de España, el punto en el que nuestra nación seguramente embarrancó para siempre. Pero no dudo de que los antiaznaristas no están a la altura de su obsesión. Lo malo es que tampoco el expresidente ha estado a la altura de su autoadmiración (…) Si las dos únicas organizaciones capaces técnicamente de perpetrar la masacre eran islamistas y etarras, a la vista está que los beneficiarios del 11-M han sido los separatistas antiespañoles, con los etarras al frente. Pero atentar y borrar las pistas no estaba al alcance ni de ETA ni de Al Qaeda. Al menos un servicio secreto tuvo que colaborar con ellos, si la autoría fue española. Si no lo fue, para borrar las huellas hicieron falta, al menos, dos".
El País abre con que "Bruselas pide a los Estados más flexibilidad con la inmigración", aunque lo que más destaca en el periódico son sus páginas de España, que dedica a dos mujeres a las que hasta ahora había ignorado completamente. "Susana Díaz quiere hacer oír su voz" y "UPyD ya aspira a gobernar e influir en las decisiones de los grandes partidos". Como con recochineo ilustra la información de la presidenta andaluza con una foto de la primera de rueda de prensa que ofrecieron juntos ella y Rubalcaba el pasado 9 de octubre. ¡Anda, pero si El País estaba allí! Pues al día siguiente el periódico hizo mutis por el foro y no dijo ni palabrita de la rueda de prensa. Esto me pone a mí la mosca detrás de la oreja, que El País nunca da puntada sin hilo. Dicen Lourdes Lucio y Fernando Garea que "lo que pueda decir en el cónclave inquieta a la dirección federal" aunque Rubalcaba está tranquilo porque "no contribuirá a su desestabilización. Al menos, por ahora no. Todavía, no". Uy, cuidadín con ese 'todavía', Rubalcaba. Susana Díaz, dicen los redactores de El País, "ha cogido el rotulador gordo para perfilar el descolorido proyecto socialista". Y de Garzón y su apoyo a Rubalcaba, pues ni mu.
La Razón abre con una encuesta sobre las europeas. "El PP sería el más votado con una ventaja de cuatro puntos sobre el PSOE". Uf, empate técnico, fijo. Sí cuenta La Razón cómo "Garzón monta un frente para derrotar al PP". "El exjuez se rodea de personas próximas a IU para hacerse oír en la conferencia política del PSOE y armar un proyecto contra la derecha". Pues sí que va a ir gente a hacerse oír a la dichosa conferencia. Pero dejadle sitio a Rubalcaba, hombre, que es su conferencia.
ABC abre portada con un titular que me suena. "La independencia sería la ruina". ¿Dónde he oído eso antes? El editorial advierte de nuevo, por si no habíamos caído. "Expertos del IESE alertan de que la independencia de Cataluña provocaría un importante desplome de su comercio con el resto de España y una fuga de empresas masiva". Pero si a ellos no les importa, ellos solo quieren ser independientes. José María Carrascal está hasta el moño . "Tras haber intentado en vano alcanzar con insultos y amenazas lo que buscaba, el nacionalismo catalán intenta alcanzarlo con moderación, diálogo y terceras vías". Ahora dicen que se conforman con "nuevas y blindadas competencias exclusivas. ¡Hombre! Así cualquiera. Así podríamos habernos ahorrado todo el jaleo anterior. Para convertir España en el mero mercado de los productos catalanes mejor la ruptura completa, cada uno en su casa y Dios en la de todos". Pero qué bien hablas, Carrascal.
La Gaceta le dedica su portada a Rosa Díez para atizarle un par de guantazos. "La izquierda nacional. Durante sus años como consejera del Gobierno vasco nunca tuvo la bandera española en su despacho. Tan solo la ikurriña". Pero hijos, es que nunca habéis oído hablar del perdón de los pecados. Parece mentira. Dice el editorial que UpyD "pretende ganar el voto conservador pescando en el desencanto de los votantes del PP". ¿Y eso qué tiene de malo?, se preguntarán. Pues que es que ofrece también "soluciones inequívocamente socialistas", la muy listilla. Vamos que "vive de los defectos ajenos antes que de los aciertos propios" y eso no le gusta a La Gaceta. Y concluye que el futuro de UpyD depende de que PSOE y PP "sean capaces de armonizar lo que prometen y lo que luego hacen. Si lo hicieren, el porvenir de Rosa Díez estaría realmente mucho más oscuro de lo que ellos imaginan". Y si mi abuela tuviera ruedas sería una bicicleta, no te amuelas.