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Castro y Horrach, una amistad deteriorada por la imputación de la infanta

Juez y fiscal fueron uña y carne para destapar la corrupción en Baleares. Iban al unísono hasta que llegó la investigación a Cristina de Borbón.

Juez y fiscal fueron uña y carne para destapar la corrupción en Baleares. Iban al unísono hasta que llegó la investigación a Cristina de Borbón.

Durante años fueron el símbolo conjunto de la lucha contra la corrupción en Baleares. Sus decisiones eran adoptadas siempre al unísono. Sin fisuras. Nunca hubo discrepancias jurídicas entre ellos hasta que en el sumario del caso Nóos apareció un nombre, el de Cristina de Borbón.

Hablamos del juez José Castro y del fiscal Pedro Horrach. Amigos íntimos cuya relación no pasa actualmente por su mejor momento. La razón: el primero de ellos cree que hay indicios suficientes como para imputar a la hija del Rey en la pieza separada número 26 del caso Palma Arena mientras que Horrach se opone férreamente a dicha imputación.

Esta divergencia, que en principio es exclusivamente jurídica, ha hecho sin embargo mella en su relación personal. Hasta hace muy poco era usual ver a los dos juntos en cualquier bar de Palma de Mallorca tomando una copa o un café. Ahí hablaban de las pesquisas judiciales pero también de sus asuntos personales.

Además de destapar codo con codo la corrupción en la isla balear la relación entre ambos era calificada por su entorno más cercano de una "buena amistad". Tanto Castro como Horrach son hombres honorables en la isla, ambos con fama de serios, trabajadores y honestos. También de incorruptibles.

Horrach se adelanta

No obstante, ahora es un secreto a voces que su relación actual dista mucho de la que mantuvieron hasta que el instructor del caso Nóos decidió imputar a la infanta Cristina. Nunca ha habido una voz más alta entre ambos –no es el estilo de ninguno de los dos- pero la amistad se ha enfriado y resentido en los últimos meses.

Fuentes del entorno de José Castro aseguran a Libertad Digital que a éste le pilló por sorpresa el último informe del fiscal oponiéndose de forma anticipada a citar en el juzgado a la esposa de Iñaki Urdangarín. Fue el propio Horrach el que se lo dio en mano al magistrado con el que mantuvo a puerta cerrada una conversación de media hora en su despacho para, probablemente, explicarle por qué hizo esa maniobra.

En el escrito, Horrach decía que "las meras conjeturas o sospechas no constituyen elementos válidos de imputación" y se quejaba de quienes ven "confabulaciones delictivas" para proteger a determinadas personas en función de su cargo. Eso, añadía, "equivale al humo que vendían" Urdangarín y su exsocio Diego Torres. Estas afirmaciones sentaron mal al juez Castro porque vio en ellas ataques personales.

Ahora, en el procedimiento judicial probablemente más importante de sus vidas profesionales cabalgan separados. El tiempo dirá cuál de los dos tiene la razón. Juez o fiscal.

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