La consejería de Interior de la Generalidad de Cataluña ha elegido como imagen de su felicitación navideña un plano de las fortificaciones de Barcelona de principios de siglo XVIII. El departamento, del que está al frente el dirigente de Unió Democràtica Ramón Espadaler, ha enviado una tarjeta con una ilustración del frente marítimo de la capital catalana realizada por los ingleses para preparar el bombardeo y desembarco de 1705, el episodio de la Guerra de Sucesión mediante el cual los austracistas se hicieron con el control de la ciudad tras un asedio que, según las crónicas, poco tuvo que envidiar al sitio de 1714.
Los fastos del tercer centenario de la caída de Barcelona a manos de la tropas borbónicas han imbuido a la administración catalana de un ardor guerrero que se ha trasladado a las felicitaciones navideñas. Sin embargo, la postal no refleja, como pretende, la apacible Barcelona previa a la destrucción de 1714 por las tropas borbónicas, sino la capital que fue asediada, bombardeada y ocupada por las tropas aliadas para facilitar la entrada del archiduque Carlos III, que nueve años después abandonaría la ciudad a su suerte.
Este capítulo de la Guerra de Sucesión no forma parte de los actos y exposiciones de la Generalidad, pero se ha colado involuntariamente merced al entusiasmo, no exento de torpeza, con el que CiU celebra y recuerda a la mínima ocasión la Guerra de Sucesión, que ha convertido en un enfrentamiento entre un inexistente estado catalán y España. De ahí que hasta las felicitaciones navideñas parezcan más postales propagandísticas para un conflicto que expresión de buenos deseos y prosperidad.