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Rajoy no logra acallar las discrepancias internas por el aborto

La fractura es una realidad. Ante Rajoy, varios barones discreparon. Villalobos pidió libertad de voto. El presidente quiere silenciar el debate.

Mariano Rajoy no logró evitar la brecha interna. Lo intentó, nada más iniciar su intervención ante la cúpula del PP, apelando a la situación económica como "la principal preocupación" de los españoles. "La economía va a ser mi discurso y debe ser el vuestro", les instó sin medias tintas. "La economía va a mejor y no por casualidad y eso es lo que tenemos que explicar", insistió. Pero en el turno de réplica, su estrategia de silencio saltó por los aires: los barones acudían dispuestos a abordar la ley del aborto, y lo hicieron escenificando la ruptura.

A estas alturas, en el Gobierno y el PP no pueden sino admitir que existe división y que la reforma tendrá que retocarse. No aclaran la profundidad de los cambios. Era el primer Comité Ejecutivo del año, en el que por fin el presidente podía sacar pecho de indicios claros de recuperación económica. Pero los ánimos estaban caldeados, más aún tras el agrio rifirrafe público de la víspera. José Antonio Monago fue el primero en abrir el debate, pulla a Alberto Fabra -que no tomó la palabra- incluida. Reclamó abrir en canal la ley del aborto en busca de "consenso" y negociar una norma que no se toque "los próximos 20 años".

No fue una discusión agria ni se vivieron momentos de tensión, pero sí quedó en evidencia que un sector importante del partido -y con poder territorial- no comulga con la nueva ley y quería explicitarlo. A la petición de que diálogo se unió Alberto Núñez Feijóo, hoy el barón con más predicamento interno. Pidió "hablar" con todos para "no imponer" el proyecto y admitió un "cruce de sentimientos" que obliga al análisis.

La más clara en su recomendación fue Celia Villabos, una díscola histórica en este tipo de cuestiones pero intocable gracias a su marido, Pedro Arriola, muy próximo a Rajoy. La vicepresidenta del Congreso reclamó "libertad de voto" y mostró sin medias tintas su rechazo a la ley del departamento de Alberto Ruiz Gallardón. El presidente no recogió en todo caso el testigo: "Hoy por hoy ese tema no lo vamos a tratar", en palabras de María Dolores de Cospedal.

Ya por entonces, las filtraciones se multiplicaban -la cita era a puerta cerrada- al tiempo que la reunión se demoraba unas tres horas. Juan Vicente Herrera, poco amigo de las polémicas, también terció posicionándose con los críticos. "Hay que buscar consenso", defendió ante sus compañeros. "Hay un debate social y hay que dar opinión", replicó al propio Rajoy, que sólo minutos antes había ordenado silencio.

Al otro lado, el decano regional Pedro Sanz rechazó el debate interno porque "sólo interesa al PSOE" y lamentó que el celebrado se convirtiera en "el Comité Ejecutivo del aborto", como lo acuñó también Feijóo. Luisa Fernanda Rudi fue más al fondo de la cuestión y recordó que en esta cuestión "hay dos partes", y no sólo la madre. Cabe recordar que Monago, en su discurso de Navidad, dijo que "nadie puede obligar a una mujer a ser madre".

Gallardón defiende su reforma

La fotografía de división era ya una realidad cuándo Gallardón tomó la palabra. El ministro preveía el debate e iba preparado. "Tenemos que liderar, no sólo gestionar", defendió. Esto es, el PP tiene el mismo derecho que el PSOE a afrontar cuestiones sociales. "El debate es si la izquierda tiene el monopolio de determinadas cuestiones e impide que los demás puedan entrar a abordar esos asuntos", argumentó.

Gallardón aseguró que la norma, fruto de un trabajo "conjunto", está basado en el recurso de 2010, que no levantó crítica alguna en el seno del PP. Pero recalcó que su despacho está abierto y que escuchará todas las propuestas que le puedan plantear. Según dijo en navidades, lo esencial de la norma se mantendrá a lo largo del recorrido parlamentario, algo que ahora se pone en duda. Tras su intervención, fue aplaudido por parte del comité.

Rajoy: "No sigamos debatiendo en público"

Finalmente,aunque de forma breve, Rajoy se pronunció. De nuevo, al estilo más gallego. Por una parte justificó la redacción de la nueva ley por "equilibrada", pero a renglón seguido afirmó que Gallardón "escuchará" a quienes tengan algo que decirle. "Es muy difícil debatir sobre sentimientos". Ya en rueda de prensa, su número dos destacó que "se hará lo posible" para que la reforma "cuente con el máximo consenso" en el Parlamento.

María Dolores de Cospedal no quiso dar su opinión a título personal. Le preguntaron dos veces, y ella replicó que en Génova13 habla "como secretaria general". Una muestra más de que el debate está vivo y es intenso. "El PP tiene que apoyar al Gobierno", resfrescó a los suyos, con las portadas de los medios digitales haciendo hincapié en la división interna. Tras su fallido intento de evitar el debate, Rajoy terminó con una petición clara y expresa a la cúpula y los barones: "No sigamos debatiendo en público este asunto".

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