-Tenemos un subgurpo de 11 acorralado en el Paseo de la Castellana
-¿A qué altura?
- Bajen rápido, bajen rápido que están completamente acorralados. Tienen como unas 1.000 personas alrededor
- Recibido, 90-90 venga, que desplieguen abajo y (interferencia) a sus compañeros, venga rápido.
Ésta es una de las conversaciones registradas el pasado sábado por la noche durante los brutales ataques de los manifestantes del llamado 22-M en el centro de Madrid. Cientos de radicales rodearon a las Unidades de Intervención Policial (UIP) -más conocidas como "antidisturbios"- y las atacaron con piedras, rodamientos, objetos punzantes, palos y otros objetos contundentes. El resultado fue el de 67 agentes heridos, algunos de ellos con graves heridas en la cabeza.
Las redes sociales han sido, hasta ahora, la principal vía de escape de estos agentes a quienes sus mandos impidieron el empleo de material antidisturbios. Según alguno de los portavoces sindicales de estos funcionarios, la orden fue la de "aguantar". Curiosamente, documentos internos de este cuerpo policial destacan que había observadores de la OSCE en Madrid para vigilar la actuación de los agentes ante la previsible oleada de violencia que preparaban los manifestantes y que habían sido advertidos de los pasos a seguir en caso de ser detenidos.
En otra de las grabaciones que ha colgado la reportera de sucesos Cruz Morcillo en su blog Crimen y Testigo, puede escucharse cómo una voz ordena a las diferentes unidades desplegadas "En las posiciones en las que estáis todos quietos, estáticos".
Según Morcillo, la orden a los agentes fue taxativa: "¡Que no hagáis nada! Todo el mundo quieto", insistía.