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García Márquez, ¿culpable de que Gallardón no dejase la política?

El lunes que marca el final de la Semana Santa vacacional nos trae una prensa que todavía está cargada de García Márquez.

Visualmente, sin embargo, lo más llamativo de la prensa en papel de este lunes es la coincidencia de la imagen de portada en El Mundo y El País, que nos muestran a un ucraniano llorando junto al camión en el que se pueden ver los cadáveres de dos víctimas de los, quizá, primeros combates de la guerra, esperemos que no.

Sin embargo para ninguno de los dos periódicos los sucesos de Ucrania son la noticia principal del día –lo que pasa es que un señor llorando y unos muertos visten mucho una portada-: en El País el rincón más noble de su primera plana es para el nacionalismo vasco: "Urkullu lanza su plan soberanista hacia un modelo confederal".

Y en el caso de El Mundo el puesto de honor es para su propia encuesta sobre el nacionalismo, en este caso el catalán: "El 46% suspendería la autonomía de Cataluña si hay consulta ilegal".

Sobre la encuesta de voto del domingo escribe en la página dos Federico Jiménez Losantos, que habla del "premio de los castigados", es decir, el futuro gobierno de coalición popular-socialista al que nos encamina, precisamente, la debilidad de los dos grandes partidos. Todo, eso sí, antes de "el turbión catalán, con el añadido del tormentón vasco y otras borrascas separatistas" se lo lleve "todo por delante".

Pero es El País el que se lleva el premio este lunes al García Marquísmo, esa nueva religión que anunciaba Carmen Balcells con el nombre de Gabismo. Para empezar con un artículo de Juan Luis Cebrián bastante infumable –valga la redundancia- en el que analiza con buenos ojos la fascinación del escritor por los poderosos. Pero no por todos los poderosos, claro: "Gabo se desternillaba de risa cuando Torrijos –el brutal dictador de la República Dominicana- le puso de relieve su atracción por los dictadores, 'pero por lo menos que sean de izquierdas' se dijo a sí mismo".

Se partía de risa con Torrijos el de Cien años de soledad, pero rechazaba las invitaciones del propio Cebrián o del mismísimo Clinton para conocer a Aznar: "I don’t like him", le decía el comprometido escritor al presidente americano en Martha’s Vineyard, ese refugio de los pobres de Iberoamérica.

Pero lo más grotesco de todo es un tremendo artículo de Alberto Ruiz-Gallardón injustamente relegado al faldón de la página 43. "Macondo o la justicia pendiente" es el título de esta magna obra periodística, que empieza con estas hermosas frases, tan sencillas: "Me pregunto cuántas tesis doctorales se habrán escrito sobre la idea de justicia en la obra de García Márquez. A estas alturas deben ser tan incontables como las criaturas que pueblan la noche de Macondo". ¡Toma ya!

Casi tan incontables como las veces que Gallardón ha amenazado con dejar la poltrona, y precisamente sobre una de ellas nos ofrece el ministro una sorprendente revelación: "Cuando hace seis años tuve la tentación de abandonar la política, al verme excluido de la candidatura al Congreso, me llamó [se entiende que García Márquez, aunque no demasiado bien] para decirme que aguantase".

Una culpa más que agregar a la ominosa carrera política de Gabo, tan amigo de los déspotas.

En ABC se nos ponen tiernos este lunes -aunque no tanto como Gallardón, claro- y nos sacan en portada a Urkullu y Ortuzar cogiditos de la mano que parecen no se sabe si los amantes de Teruel o Hansel y Gretel, a punto de entrar en el viejo bosque de vasquidad. Quién será en este cuento la bruja de la casa de dulces lo dejo a su imaginación.

La Razón, por su parte, nos trae una portada llena de independentistas bajo el titular "menos independentistas". Se refieren al hipotético referéndum en Cataluña y puede que el porcentaje baje, pero la conclusión sigue siendo que arrasarán en la llamada consulta, si es que al final se celebra.

En contraportada, brillante como siempre, Ussía se nos explaya sobre el footing, el jogging, el running y otras cosas con el ing, sobre todo el "holding", palabra que "aminora el efecto escandaloso del trinque. El que se lleva el dinero caliente, en Andalucía es conocido como 'trincón'. Pero si lo hace desde un entramado de empresas es, simplemente, un dirigente sindical que no ha sabido controlar su 'holding'. Y no pasa nada". Pero nada de nada, oiga.

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