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Los hijos de Pujol pierden sus privilegios feudales en la Cerdaña

Vecinos de Urús (Gerona) ponen a la prensa tras la pista de la familia, que amenazó a una fotógrafa de ABC tras un accidentado bautizo

El bautizo de la nieta de Jordi Pujol Ferrusola en la Cerdaña ha sido la primera celebración familiar a la que no han podido asistir ni el patriarca del clan ni su esposa. Desde La Confesión, el respeto y las reverencias de las que gozaban los Pujol se han desvanecido casi por completo. El hecho de que el ex president de la Generalidad y Marta Ferrusola decidieran no acudir a la comida de celebración del bautizo privó al resto de los Pujol de la protección de los Mossos d'Esquadra que Artur Mas ha decidido mantener para el matrimonio Pujol-Ferrusola.

Antes, en los tiempos en los que Felip Puig (el único amigo de Pujol Ferrusola según la ex novia de éste) era consejero de Interior, bodas, bautizos y comuniones de la que fuera la familia catalana por antonomasia estaban perfectamente blindadas. Ahora, los Pujol están a expensas de la canallesca, pero eso no quiere decir que sufran en silencio el "acoso" de los medios. Ni en silencio ni quietos.

"Delación" vecinal

Día y medio después del sonoro incidente de los Pujol con la fotógrafa de Abc, Inés Baucells, que descubrió el restaurante donde se celebraba el convite, aún está perpleja por los insultos, vejaciones y empujones de los que fue objeto por parte de diversos miembros de la familia. Aún así, consiguió la fotografía del "hereu" desencajado que fuera de sí gritaba eso de "¡Chapa la cámara!". También pedía a los suyos que bloquearan a la fotógrafa, que la placaran, que le hicieran la pantalla, como en el fútbol o el baloncesto.

Uno de los miembros más jóvenes de la familia se mostró especialmente dotado para las tareas de guardaespaldas y con la ayuda de una mujer consiguieron desplazar a la fotógrafa, que, no obstante, seguía haciendo su trabajo. Y entre medias, los insultos, las fotografías que otro de los Pujol de última generación hacía con el móvil a la reportera. La secuencia es conocida, pero no tanto el hecho de que fueran los propios vecinos de Urús, otro de los enclaves predilectos de los Pujol, los que guiaron a la reportera hacia el restaurante de Das, una localidad cercana, donde tenía lugar la reunión familiar. A los Pujol los conoce todo el mundo pero no les saluda ya casi nadie. La "cantada" del patriarca ha sido la gota que ha colmado el vaso y que ha hecho perder parte de sus feudales privilegios a los Pujol, como el silencio sepulcral sobre sus andanzas y actividades por la zona.

La fotógrafa cantó bingo a la primera y se encontró en medio del restaurante donde en dos mesas comían los Pujol y la familia del esposo, el mexicano Ignacio García de Quevedo. No más de cincuenta personas. Cuando apareció la fotógrafa con su redactor y pidieron sendos cafés se hizo un silencio sepulcral. Jordi Pujol Ferrusola llamó al camarero de la barra que atendió inmediatamente la orden: El restaurante estaba cerrado, así que no podían tomar ni un refresco en la terraza. Los periodistas volvieron a su coche, un Audi A-1, el modelo más modesto de la casa alemana, alquilado horas antes en Barcelona y montaron una guardia a la vieja usanza. Después, los empujones, en los que en ningún momento participó nadie de los invitados del padre, los García de Quevedo, y hasta un conato de atropello cuando los Pujol salían con sus coches de estampida.

Un "Audi" y homenajes a Pujol

Pero hay una cosa que la fotógrafa no logra quitarse de la cabeza tras el sonado incidente y es uno de los gritos que le lanzó una de las mujeres que "protegía" al "hereu": "¿Y a ti quién te paga el Audi?". Dice la periodista que por más vueltas que le da no sabe qué quiso decir esa "señora", salvo que los Pujol estén acostumbrados a dejarse "invitar" a coches.

A pesar del ostracismo al que parece sometido Jordi Pujol, en medios nacionalistas se prepara una dura respuesta a lo que consideran un "linchamiento mediático" de Madrid que podría adoptar las habituales fórmulas de los homenajes públicos a Pujol en coincidencia con la Diada. El ex president medita seriamente además comparecer en el Parlamento catalán, cosa que podría suceder el 2 de septiembre, y hacer valer su "autoridad moral" ante unos diputados, propios y de la oposición, que eran los primeros en descubrirse en su presencia. El patriarca recuerda, además, los buenos resultados de la estrategia de Banca Catalana, que le reafirmó en el poder durante dos décadas.

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