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Delirios de Pilar Rahola y ataques a Victoria Prego en 'La Vanguardia'

La Vanguardia vive unos días agitados, de desasosiego, cada uno opinando por su lado, sin orden ni concierto.

La Vanguardia vive unos días agitados, de desasosiego, cada uno opinando por su lado, sin orden ni concierto.
Pilar Rahola y Victoria Prego | Efe

Hoy, por ejemplo, tenemos al director Marius Carol, firme defensor del referéndum, elogiando la "responsabilidad" de Mas al obedecer al Constitucional y suspender la campaña de la consulta en lugar de ponerse farruco como le ordenaba Junqueras. Porque, dice, "una cosa es haber entrado en una agujero negro y otra perderse en su oscuridad". ¿Ahora el ansiado referéndum es un agujero negro?

Antoni Puigverd, uno de los asiduos columnistas, la toma con Victoria Prego por decir en un artículo que antaño "los métodos para responder a una rebelión de este tipo eran usados con más liberalidad y rotunda eficacia que ahora". Esta frase le ha valido al nacionalista para subirse al tanque, mira qué suerte, con lo que a ellos les gustan los tanques. "La nostalgia de Victoria Prego por los tanques demuestra que el pleito catalán es observado en el resto de España, incluso entre gente muy cuerda, con tremenda intemperancia". La "buena gente" -independentistas, claro- que se manifestó ayer "son catalanes que quieren lo mejor para su país", no como los otros. "Están hartos de recibir respuestas como las de Margallo y Prego".

Lluis Foix regaña a Rajoy por haber "perturbado el fin de semana" al Consejo de Estado y al Tribunal Constitucional, qué faena, y atiza a Mas por intentar "engañar al adversario". Porque Foix es de los que piensan que lo de la consulta tiene truco. "Mas ha actuado en espera de que el Estado diera por buena una iniciativa que esconde una trampa que consiste en proponer una consulta para pedir la opinión de los catalanes, cuando en realidad es un referéndum de independencia como interpretan todos los medios de comunicación internacionales", que tienen más prestigio y credibilidad que los españoles, por lo que parece. "La astucia en no llamar a las cosas por su nombre nos ha llevado a este punto de confrontación que tiene difícil retorno si los dos protagonistas -Rajoy y Mas- no son conscientes de que el daño que se va a causar a Cataluña y a España tardará tiempo en repararse". Dice Foix que "no existe unidad política en Catalunya y sí que se da entre populares y socialistas en Madrid" y que la ley de consultas pasó el trámite del consejo de garantías por los pelos. "Mas está acorralado, pero Rajoy no puede destruirlo políticamente sin antes intentar la penúltima ocasión para tender un puente y salir a su encuentro".

Pilar Rahola, su compañera de página, le va a sacar los ojos. Porque ella lo que ve es todo lo contrario. Ella ve que "una de las grandezas de lo que ocurre en Catalunya es su naturaleza dialéctica y unitaria", porque "a pesar de la enorme diferencia ideológica de los componentes del acuerdo, todo se ha hecho a la una". A ver si nos ponemos de acuerdo en algo. Y mientras la pobre cenicienta Cataluña "acaba de de definir su estrategia, con la rotunda convicción colectiva de que votaremos, España saca el frontón, pone cara de perro", dice. "Esa fiereza del no a todo se combina con un desprecio profundo por los problemas catalanes", dice como enajenada. "Hoy mismo: 9,5% de inversiones del Estado en Catalunya, el porcentaje más bajo de los últimos 17 años, y ello a pesar de ser el 20% del PIB. Como si les importara un pito lo nuestro, convencidos de que nos tienen dominados", dice Rahola ya fuera de toda razón. Si Cataluña se ha chupado todo el FLA, mujer, por ponerte un ejemplo.

Salvador Cardús i Ros hace de chico bueno y conciliador y sueña con unas "futuras buenas relaciones entre España y Catalunya". Porque en "una futura relación libre y entre iguales, España y Catalunya van a desarrollar grandes proyectos en todos los terrenos. Mucho más grandes que hasta ahora, ya que la actual dependencia obsesiva ha restado capacidad a unos y otros", dice en plan angelical. "En estos días de ira, citar a Buda no me ha parecido impertinente", concluye. No es impertinente para nada, es para hacerse Hare Krishna y perderse en el Tibet.

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