A moro muerto, gran lanzada. Es la actitud de los dirigentes de IU, especialmente Antonio Maíllo, que junto con Alberto Garzón, han sido explícitamente responsabilizados por Susana Díaz de la supuesta radicalización que ha conducido a las elecciones anticipadas en Andalucía. Incluso ven la mano de Felipe González tras la convocatoria electoral en función de un futuro pacto de Estado con el Partido Popular.
Es más, confirma EFE que Maíllo, ha afirmado que hoy "es un día feliz para las grandes fortunas, que ya anunciaron que no convenía una banca pública; para los que se lo montaban de lujo en la colaboración público privada que hemos suprimido, o para Felipe González, cuyo sueño de una gran coalición (con el PP) está cada vez más cerca".
También ha recordado que "lo primero que ha hecho -tras romper el pacto de gobierno- ha sido pactar con el PP para blindarse en la Cámara de Cuentas, el órgano que regula la utilización del dinero público". Y ha rematado diciendo que "nosotros no vamos a permitir que el PP gobierne en Andalucía" en negativa explícita a una hipotética solución a la extremeña.
La tesis de que el proyecto socialista pasa por una gran coalición con el PP a escala nacional para frenar el avance del radicalismo de izquierda no es nueva en la cabeza del dirigente de IU Andalucía. De hecho, ya en mayo del año pasado, se refirió a dicho proyecto como el horizonte fraguado por Felipe González, el "representante y comercial de los grandes banqueros".
De hecho Maíllo le reconoció sinceridad a González cuando abogaba públicamente por una gran coalición de gobierno entre PP y PSOE después de las próximas generales "si el país lo necesita".
La deducción de que lo ocurrido en Andalucía obedece a un plan trazado por Felipe González y una parte de la vieja guardia del PSOE para evitar su desmoronamiento futuro, tal y como ha ocurrido en Grecia con el socialismo papandreuista, se fundamenta más que otra cosa en la relación de amistad y cercanía que une a Susana Díaz y al ex presidente del primer gobierno socialista.
Felipe González ya aconsejó a Manuel Chaves, en pleno auge de la pinza PP-IU, a convocar elecciones en 1996, sólo dos años después de alcanzar el gobierno, que anticipara elecciones y su resultado fue una nueva mayoría absoluta de Manuel Chaves con la caía en picado de Izquierda Unida.