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Una trabajadora enferma de cáncer se querella contra Carrillo por los cadáveres de la Complutense

Una extécnico del departamento de Anatomía II, donde se descubrió el escándalo de los cadáveres, ha denunciado a varios cargos de la Complutense.

Una extécnico del departamento de Anatomía II, donde se descubrió el escándalo de los cadáveres, ha denunciado a varios cargos de la Complutense.
Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid | EFE/Archivo

Pilar Mansilla, técnico entre 2004 y 2014 en el departamento de Anatomía II de la Universidad Complutense donde se denunció el escándalo de los cadáveres, ha presentado una querella criminal contra el exdirector del departamento, Ramón Mérida, el director de Prevención de Riesgos Laborales de la universidad, José Javier Sánchez, y el rector de la Complutense, José Carrillo. Según informa El Mundo este miércoles en un reportaje estremecedor, Mansilla ha decidido actuar después de sufrir durante años graves problemas de salud, entre ellos varias insuficiencias respiratorias y un cáncer de mama, detectado en 2013.

La trabajadora achaca su situación a las pésimas condiciones de trabajo en el departamento y, en concreto, a la exposición continua al formol que se utilizaba para tratar de conservar unos cadáveres que eran reutilizados varias veces. Según cuenta El Mundo, se llegó a medir en el departamento un nivel de formol, considerado cancerígeno por la OMS, 25 veces superior al permitido.

En la entrevista, Mansilla relata cómo era su día a día en el trabajo desde que Mérida se hizo cargo del departamento y hasta que saltó el escándalo, con la publicación de las deplorables condiciones en que se acumulaban los cuerpos. La trabajadora dice, entre otras cosas, que trabajaban con serruchos de madera, se limpiaban con jabón corriente y trabajaban con guantes comprados en el Mercadona. Los cadáveres, reutilizados y conservados en frigoríficos sin la capacidad suficiente, acababan pudriéndose. Según la trabajadora, el olor era nauseabundo y eran obligados a tratar de protegerlos con grandes cantidades de formol, que manipulaban sin la protección suficiente.

También denuncia que el estado de algunos cuerpos era tal que llegaban a salir larvas. La respuesta del director del departamento era que usaran insecticida y, para los olores, que utilizaran ambientador. Además, lamenta que el horno crematorio estuvo dos años sin funcionar y que en alguna ocasión se encendió con riesgo para alumnos y trabajadores.

Sus quejas no tuvieron éxito y ella acabó trasladándose a otro departamento. Ahora, cuenta, está tratándose con antidepresivos y necesita pastillas para dormir.

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