En verano de 2010, un viaje del expresidente del Gobierno José María Aznar fue objeto de una catarata de críticas por parte del PSOE y del entonces ministro del Exterior, Miguel Ángel Moratinos. No se trató de un viaje a Cuba ni de una reunión con algún mandatario extranjero, como la protagonizada en La Habana por Zapatero y el propio de Moratinos, sino de una visita a territorio nacional y una reunión con un político español.
La polémica surgió cuando trascendió que Aznar iba a visitar, en Melilla, al presidente de la ciudad autónoma y compañero de su partido, Juan José Imbroda, donde también se desplazó a la frontera tras los incidentes vividos ese verano por la presión migratoria. El viaje levantó ampollas en el Ejecutivo, que dedicó al expresidente calificativos muy similares a los que ahora reciben Zapatero y Moratinos.
En una entrevista a la SER, el entonces ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, calificó el viaje de "soprendente" y lo tachó de "desleal". "Saben que todas las cuestiones con relación con Marruecos son temas sensibles que hay que valorar. No es lo más oportuno", dijo del viaje.
Aún más contundente se mostró José Blanco, que denunció que la visita de Aznar "no ayudaba". "No conozco a ningún expresidente del Gobierno que sin conocimiento del Gobierno de su país tenga este comportamiento. Esto no lo haría ningún presidente de un país democrático, es una muestra de deslealtad a España".
Con ocasión de la visita sorpresa de Zapatero a Cuba, el PSOE no ha visto deslealtad alguna y ha defendido al expresidente socialista. Pedro Sánchez declaró este mismo jueves que ve "perfecta" la visita.