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Moreno "cuchilla", más que "Nocilla", gana; Maíllo se autoempareda, Susana decepciona

El debate en Canal Sur citó a los candidatos de PSOE, PP e IU aunque de cara a las andaluzas se esperan más invitados como Podemos y Ciudadanos.

El debate en Canal Sur citó a los candidatos de PSOE, PP e IU aunque de cara a las andaluzas se esperan más invitados como Podemos y Ciudadanos.
Moreno Bonilla, Antonio Maíllo y Susana Díaz | EFE

Pues de Moreno "nocilla" pasó a Moreno "cuchilla". Y, en mi humilde y sincera opinión, ganó el debate, a pesar de su dicción un poco nerviosa e impostada y los tics arenistas inevitables y socorridos (desde subrayar los nervios de la adversaria principal a los kilómetros recorridos pasando por los gráficos que Canal Sur no enfocó, casualmente, of course, sobre todo el de la vergüenza de las urgencias andaluzas). Antonio Maíllo, el "pardillo" de IU que facilitó la Operación Susana para anticipar las elecciones, a veces fue pinza con Moreno y a veces no, pero nunca yunque con su exjefa -, con lo que se emparedó a sí mismo entre ambos pero sobresalió también sobre una Susana de rosa y madre de niño, con la rebeca abierta y el premamá visible, que dejó claro que una cosa es el plato preparado por su cocina y otra muy distinta el plato cocinado en directo por ella misma. Dicho sin acritud, decepcionó. Y encima no había clac. Y lo que es peor, los colectivos andaluces más sufrientes, desde los parados a los autónomos, desde los eventuales sanitarios a los profesores, desde los dependientes a los pequeños y medianos empresarios a los que no paga, desde servicios sanitarios y funcionarios sin pagas extras a guarderías, lo vieron todo en vivo y en directo.

Moreno Bonilla iba de delgado, de oscuro y de corbata verde, seguramente por razones andalucistas. Antonio Maíllo iba de yuppie informal, profesor de instituto él, y Susana Díaz, de preñada evidente e insistente. Todos estaban de pie, con un cronómetro preparado ad hoc para que tuvieran presente la guadaña del tiempo y árbitros de baloncesto midiendo la duración de sus intervenciones. Qué agobio, qué sistema más absurdo de debatir, pero acordado, oigan, por los intervinientes. Y tres bloques, mejor rounds, en los que el nivel exhibido nos hizo añorar a muchos los debates de Manuel Chaves y Javier Arenas. Chaves, a pesar de su supuesta dislexia, era mucho más rocoso y correoso que la Díaz, en la que lo que no es foto es decepción, y Arenas, mucho más locuaz y deslenguado que Moreno, lo que hacía que los debates fueran mucho más divertidos.

El primer asalto, que ganó con claridad Moreno "cuchilla", se limitó a poner de relieve la realidad de un paro estructural en Andalucía, diez puntos por encima de la media española. Susana Díaz intentó convencer a todos los televidentes de que el tema no iba con ella, envolviéndose en el 28-F, día de Andalucía y fiestas de guardar, pero Juanma Moreno no la dejó escapar. Y fue en en ese momento cuando la presidente designada por su partido pero no elegida por los andaluces, cometió el error de mencionar a los nuevos jóvenes emigrantes. Moreno sacó la cuchilla, que no la Nocilla, y subrayó sus orígenes de emigrante en Barcelona. Susana trepaba por la cuarta modernización y la culpabilidad de Rajoy - que es culpable de todo lo que pasa en Andalucía según ella -, pero Moreno Bonilla, que no resaltó el éxito de Aznar y de su partido desde 1996 a 2004 reduciendo el desempleo de Andalucía hasta desde el 33 por ciento hasta el 14 por ciento (ahora está en el 34 y pico por ciento), no la dejó salir del círculo vicioso. Y en eso va Maíllo y pronuncia una de las frases de la noche: "Y usted, Moreno Bonilla, siendo hijo de emigrantes, ¿cómo puede ser de derechas?". Y claro, demostró qué nivel tiene, a pesar de ser un experto en lenguas clásicas, y qué conocimiento de la realidad le invade. Eso sí, comenzó a sacar el tema del tratado euroamericano de libre comercio y el artículo 135 de la Constitución, el que prohíbe gastar más de lo que se ingresa para cargárselo. Podemos dixit.

El segundo asalto fue el de la corrupción. Aquí se formó el barullo, como era previsible. IU-Maíllo tenía que justificar que no había sido cómplice de un régimen corrupto, y no le salió la jugada. Susana Díaz debía certificar que la "implacable" en la lucha contra la corrupción era ella y le espetó a Bonilla: "¿Me puede asegurar que no lleva imputados en sus listas?". Moreno  contestó en voz muy baja: "No llevo imputados por corrupción", pero contraatacó con las fotos de Chaves y Griñán, con la foto de los sumarios de la juez Alaya por los suelos del juzgado y con los dineros, 3.000 millones, entre EREs, Formación, Invercaria y demás. Creímos que no se hablaría de corrupción, pero acaparó el segundo round. Maíllo, el pardillo, lanzó su dardo mortal sobre Susana Díaz cuando aseveró que había disuelto el Parlamento andaluz para no afrontar la investigación sobre el caso de la corrupción formativa a parados y Moreno Bonilla, que demostró que lee con detenimiento Libertad Digital, espetó a la embarazada con la embarazosa pregunta sobre los 8 informes de los Interventores Provinciales sobre una muestra de los cursos de formación del año 2014 publicados en este diario en exclusiva rigurosa. Un 87 por ciento de irregularidades, nada menos. ¿Y qué hizo Susana Díaz? Silencio espeso, ominoso. Claro que, como todo el mundo lleva daga oculta, asestó una puñalada en el pecho de Moreno Bonilla al hablar de sus sobresueldos en el caso Bárcenas. En este trance, que parecía el más fácil para Moreno Bonilla, no sacó la cuchilla de matar, ni Susana Díaz sacó los tres extesoreros del PP imputados por el juez Ruz. Maíllo conservó el tipo, pinzó a Susana con Moreno Bonilla, pero no explicó cómo, sabiendo lo que sabían, colaboraron con un régimen corrupto que él denunciaba en el debate. Bien, dejémoslo todo en asombrosas, pero compensadas tablas. 

El tercer asalto, que parecía el más funesto para Moreno Bonilla por tratarse de los asuntos sociales desde la salud a al educación, desde la dependencia a la vivienda, fue el fracaso total de Susana Díaz. Ni estuvo hábil ni estuvo astuta ni estuvo rigurosa. No pudo aclarar cómo siendo el gobierno de la Junta un gobierno autónomo para recortar o no en las partidas que decida, decidió recortar en asuntos sociales y no en la administración paralela por poner un ejemplo. Y de pronto, Susi la de Triana, en un arranque por no se sabe qué cante, se puso a despotricar contra Castilla la Mancha y Murcia, donde al parecer la gente muere de inasistencia social mientras resucita en Andalucia. Perplejo nos dejó. Juanma Moreno "Cuchilla" le recordaba la triste realidad andaluza de pésima inversión en sanidad, desde enfermeros a camas, desde despidos de eventuales a médicos, pasando por la peor educación de España, algo que demostró con un libro de texto desvencijado,  que tampoco enfocó Canal Sur TV, que pasa de unos alumnos a otros para mantener la ficción de la gratuidad. "Usted no es de fiar, señora Díaz" dijo Moreno, citando a Maíllo. ¿Y Maíllo? Emparedado, demostrando que lo que hubiera sido realmente interesante era un debate cara a cara entre los dos aspirantes a presidir la Junta de Andalucía. 

Juan Manuel Moreno Bonilla, el actor con menos tablas andaluzas, demostró, a pesar de todo, que sus argumentos eran potentes aunque ni habló de régimen ni de alternancia ni de tela de araña. No supo defender ni atacar hasta el hoyo de las agujas aunque tampoco era muy posible porque el morlaco era bizco y embestía a cualquiera. Antonio Maíllo, aseado en el primer tercio, desbarró en el segundo y naufragó en el tercero - otra vez con el famoso tratado euroamericano de libre comercio -, porque cuando se apoya a un régimen, la crítica a ese régimen se le cae a uno encima, como es natural y lógico. Y Susana Díaz fue la estrella apagada, la decepción de la noche. Cortita con sifón de reflejos y ligera de argumentos, deberá estudiar más de aquí al próximo lunes, momento en que la RTVE emitirá otro debate a tres. Y no digamos nada cuando Podemos entre en liza, o Ciudadanos, o UPyD, con menos formalismos, más frescura y más leña al mono, que es de goma.

No salió a hombros porque no se estila, pero, sinceramente - y si alguien cree que no es sincero se equivoca-, Juanma Moreno se ganó al respetable sin cortar orejas, con algún tendido en contra porque olvidó datos, cercenó cosas y calló como una esfinge en otras, y se merece la expectación del próximo debate a tres donde Susana Díaz tendrá que entrar a matar porque hoy su toro popular se le ha ido vivito y coleando a los corrales. Tres rounds, tres avisos. Lo malo de la suerte es que las cornadas de esta noche tardan tiempo en curarse y que el público se ha dado cuenta de que a lo mejor le han dado la alternativa a alguien sin los merecimientos suficientes.

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