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Ciudadanos, juegos florales; Podemos, guante blanco

Ambos votarán No en la primera votación pero aún no está claro si se abstendrán y dejarán que Susana Díaz gobierne dentro de dos días.

Susana Díaz se lo dejó muy claro a los dos. No les ha pedido su apoyo sino que si no son capaces de formar una mayoría alternativa de gobierno, la dejen gobernar. Ambos han comprometido su No a la investidura de la candidata en el día de hoy pero queda un margen de dos días para que la abstención de 17 diputados pueda conseguirla.

La intervención más esperada en el día de hoy era de la Juan Marín, el líder andaluz de Ciudadanos, ya experto conocedor de las formas de gobernar el PSOE con el que convive en el Ayuntamiento de Sanlúcar. Lo que no se sabía era su afición a Arthur Miller e incluso a alguna cita de Einstein.

Marín trazó una panorámica negativa de la evolución económica y social de Andalucía en los últimos 30 años que calificó como un panorama desolador que tenía como causa determinadas políticas de los gobiernos socialistas. Primero se refirió al paro, pero luego añadió el PIB aunque en su discurso se deslizaron, como el informe Pisa, otros datos no muy halagüeños para la situación andaluza. Pero desde el primer momento, lo trascendente de su discurso fue su tono, un tono casi monocorde y trufado de buenas maneras hacia la candidata. Se intuyó desde el principio que entre Juan Marín y Susana Díaz hay "feeling", a pesar de las críticas hacia las políticas ineficaces del PSOE.

Marín propuso abiertamente un cambio del modelo económico que no ha producido la convergencia necesaria de Andalucía con las regiones más adelantadas de España y Europa aunque reconoció que algunas cosas habían funcionado bien sin mencionar cuáles.

El líder de Ciudadanos insistió en que tenía falta de confianza, no en la persona de la candidata, sino en las políticas habituales del PSOE que no habían servido para aliviar las situaciones de pobreza en Andalucía. También recordó que era precisa una reforma de la formación profesional y un combate más a fondo del fraude social y fiscal.

Eso sí, consideró que la reforma electoral propuesta por Díaz en el sentido de la doble vuelta electoral en caso necesario, consolidaba el bipartidismo.

Tras realizar una serie de propuestas, quizá una veintena, Marín no justificó con claridad por qué su grupo no apoyaba expresamente a la candidata a pesar de las coincidencias y gestos de afecto mutuo. Incluso de idilio formal podría hablarse. De hecho, valoró una y otra vez las propuestas que Susana Díaz había asumido, muy especialmente sobre la corrupción, asunción que la mencionada reconoció sin ambages.

A pesar de la suavidad de los modales y de los juegos florales entre ambos, el voto de Ciudadanos será NO en la tarde noche de hoy.

Susana Díaz, que agradeció el tono "constructivo" de Marín, reconoció que no todas las cosas funcionaban bien en Andalucía -un avance respecto a la Andalucía Imparable o de primera de Manuel Chaves -, negó que el panorama fuera desolador y que los servicios e infraestructuras públicas ahí estaban para servir de palanca al desarrollo futuro.

Aunque
regañó a Marin por jugar a cierto tacticismo cara a las elecciones municipales y que era ello lo que les impedía apoyar su investidura en estos momentos, reconoció las muchas coincidencias que había y dejó entrever que entre hoy y mañana podrían llegarse a acuerdos que podrían activar la abstención de Ciudadanos en el pleno del jueves. No sería suficiente porque haría falta la abstención de Podemos o del PP, pero ya sería un paso hacia el gobierno.



Debate de guante blanco con Podemos

A pesar de algunas asperezas inyectadas en el debate por la inexperta Teresa Rodríguez que hizo una intervención deslavazada, sin una visión global de Andalucía y centrada en visiones parciales y concretas de realidades minoritarias de Andalucía, Susana Díaz sólo le afeó que se creyera en estado de superioridad moral respecto al resto de los diputados de la Cámara. Por eso le dijo que cualquier diputado de la Cámara tenía la misma calidad que la representante de Podemos y que los votos de todos los partidos tenían el mismo valor.

Podemos trató de convertir la intervención de Teresa en un número orquestado con la tribuna de invitados, que llamó de autoridades. Cuando se refería concretamente a dos casos personales de desahucios, las afectadas se levantaban de sus asientos y así permanecían hasta que su caso era expuesto totalmente. Pero la cosa no pasó de extravagancia.

Teresa Rodríguez, a la que no acompaña la voz en un debate de este nivel, no se refirió en ningún momento ni al paro, ni a los problemas de las empresas andaluzas ni a la economía regional en su conjunto. Como si estuviese en un mitin, aunque más recatada, se dedicó a los desahucios, a subrayar la crueldad de los gobiernos del PP y del PSOE, sobre todo y naturalmente, el PP, a los convenios con los perversos bancos. Tampoco se manifestó de acuerdo con bajadas de impuestos sin conllevan pérdidas de servicios públicos.

Lo más llamativo fue el desacuerdo sobre el modelo de Administración Pública, donde Teresa Rodríguez afeó la existencia de una administración paralela(exigiendo la publicación de la identidad de empleados y altos cargos) y que los directores generales no fueran funcionarios de carrera, algo que Susana Díaz discutió con el argumento de que por qué un funcionario iba a ser mejor que un libre designado políticamente dado que la honradez no está entre las asignaturas de las oposiciones y procede de otras fuentes.

Si Ciudadanos ni siquiera nombró a Manuel Chaves ni a José Antonio Griñán, tributos exigidos hasta el debate como condición de negociación, Teresa Rodríguez los mencionó una sola vez para recordar a Susana que esa condición no se había cumplido. Según ella la corrupción no era una anécdota sino la consecuencia de un régimen, idea que no desarrolló.

Aun a pesar de algunos tiritos de escopeta de feria, Teresa Rodríguez se mostró poco radical, incluso conciliadora, con talante constructivo, compitiendo a veces en melifluidad con Juan Marín. Afeó eso sí al PSOE que no permitiera la constitución de las comisiones parlamentarias para que los grupos tuvieran medios y se pudiera empezar a trabajar. Recordó asimismo los casos de los ERE, de la formación y se refirió especialmente al numerito de la ex delegada de la Junta, Irene Sabalete, convirtiendo a los funcionarios y empleados públicos en agentes electorales del PSOE. Igualmente, pidió al PSOE y al PP que dejaran sus miembros los consejos de administración de las empresas energéticas y que más que guiños, quería gestos reales.

Como Marín, la representante de Podemos vio en la segunda vuelta electoral una artimaña para consolidar el bipartidismo, aunque defendió ardorosamente la celebración de primarias, incluso para elegir a los senadores.

La respuesta de Susana Díaz fue muy mesurada e incluso amable, escasa pelea y guante blanco. Como a Marin, no le pidió apoyo, sino que la dejara gobernar para que Podemos pudiera evaluar sus compromisos y oponerse. Volvió a referirse al tacticismo electoralista para no apoyar activa o pasivamente el gobierno socialista y su investidura y marcó a la líder andaluza de Podemos dos límites: la ley y el sentido común.

Esta tarde a las cuatro y media se reanuda la sesión con la intervención de un PP que, visto lo visto por la mañana, aparece muy aislado en esta nueva conjunción plural de fuerzas parlamentarias.

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