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El extraordinario y callado trabajo de la Guardia Civil en Senegal

Ni un solo cayuco con inmigrantes irregulares ha salido de las costas senegalesas en 2014 y 2015 con destino a las costas canarias.

Ni un solo cayuco con inmigrantes irregulares ha salido de las costas senegalesas en 2014 y 2015 con destino a las costas canarias.
La Guardia Civil en Senegal

Una temperatura media anual de 25 grados, un porcentaje de humedad relativa que nunca baja del 65 por ciento, una ciudad loca y con una importante escasez de medios, unas instituciones políticas con una burocracia desesperante, unos compañeros locales con una formación muy precaria aunque con muchas ganas de aprender. Éste en el ambiente al que se enfrentan en su día a día los agentes de la Guardia Civil que desarrollan su trabajo en Senegal, a miles de kilómetros de casa.

Desde 2006, a consecuencia de la que se denominó como la crisis de los cayucos, en la que más de 31.000 inmigrantes subsaharianos llegaron en estas embarcaciones pesqueras hasta las orillas de las Islas Canarias, agentes del Instituto Armado están desplegados en Senegal y Mauritania para ayudar a las autoridades locales a frenar un negocio que sólo tiene un único beneficiario, las mafias que trafican con los anhelos de un futuro mejor que tienen millones de africanos. Pero este objetivo no es único, también echan una mano para impedir otras actividades delictivas.

La base naval de Dakar es el punto de referencia del contingente español, que son comisionados de forma rotatoria por periodos de cuatro meses a la capital senegalesa. En un muelle de cemento a mitad de construir o de venirse abajo, hay margen en este sentido para la interpretación, y con socavones por los que entra sobradamente un pie humano, están las dos embarcaciones del Servicio Marítimo destinadas en la zona: la Río Duero y la Guadalaviar.

Junto a ellas, está el grueso de los 15 agentes de la Guardia Civil que trabajan en el país, al que se suma un decimosexto que hace de enlace con la Gendarmería Nacional, la Policía senegalesa y la Armada del país africano. Su uniformidad llama la atención, pues la especial climatología africana les ha hecho modificar su vestimenta y optar por unos pantalones cortos verdes, calcetines tobilleros negros y zapatos náuticos del mismo color.

"Senegal divide su costa en tres partes: norte, centro y sur. Hacemos patrullas conjuntas con los senegaleses en una zona y horario que nos es marcado por el Centro de Coordinación de Dakar, en función del planning semanal. En cada embarcación van cinco o seis guardias civiles y siempre van con ellos un gendarme, un policía del país africano y un marino de la Armada senegalesa", aclara el teniente Miguel Ángel, que está al frente del contingente.

"Llegamos al área que se nos ha marcado y vamos inspeccionando todas las embarcaciones que nos encontramos y que puedan ser sospechosas. Por ejemplo, si vemos un mercante que en el radar nos sale pero que no nos facilita información sobre el puerto de salida o llegada o un dato similar, y que por eslora está obligado a darlo, vamos a inspeccionarlo. Si hay que hacer alguna detención, la realizan los senegaleses", prosigue.

Estas embarcaciones tienen apoyo aéreo. En los primeros años de la misión por aviones italianos y luxemburgueses, pero ahora la Guardia Civil ya cuenta con medios en la zona. Dos aeronaves que van de Mauritania a Senegal y viceversa según las necesidades. Cuando alguno de ellos está en Dakar tiene su ubicación en la base aérea francesa en la que también está el Destacamento Marfil del Ejército del Aire, que da cobertura a la Operación Barkhane contra el yihadismo en el Sahel.

Los resultados de este trabajo han sido tan excelentes que en los años 2014 y 2015 ni un solo cayuco ha salido de las costas senegaleses o mauritanas con destino a las Islas Canarias. "Yo estuve aquí en los años 2007 y 2008, que era cuando realmente salían los cayucos, y el método de detección eran básicamente los aviones. Detectaban a los cayucos, nosotros salíamos al encuentro y les traíamos aquí a Dakar", explica el teniente Miguel Ángel.

"Hemos conseguido que no lleguen cayucos a las Islas Canarias. Pero hemos logrado incluso algo mejor, que no salgan, porque sabemos que había muchos cayucos que salían pero que nunca llegaban. La información que nos están facilitando los senegaleses es que ya han asumido que si salen les detectamos y por tanto no lo hacen", añade el oficial, que alerta de qué pasaría si el Instituto Armado dejase de prestar ayuda a las autoridades locales: "Estoy convencido de que si nos fuéramos volverían. No se le puede poner puertas al campo. Ellos van a intentar salir. ¿Qué logramos con esto? Que la gente no se acabe muriendo en el mar".

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