Dos días antes de lo que La Vanguardia ha glosado como "descomunal" pitada al Himno Nacional, la presidenta del parlamento regional catalán, Núria de Gispert, asistía a título institucional a la celebración de un concierto organizado por las Fuerzas Armadas en Cataluña. El escenario era nada más y nada menos que la escena del crimen del segundo gran caso de corrupción (el primero es el del clan Pujol) en Cataluña, el Palau de la Música, un imponente reciento modernista reservado por el Estado para una sesión de zarzuelas y pasodobles celebrada el jueves 28 de mayo.
Las autoridades civiles y militares allí congregadas se temían los típicos problemas protocolarios, de orden y urbanidad a los que los tienen acostumbrados los cargos públicos nacionalistas. Nada más lejos de lo que ocurrió. Núria de Gispert, consejera de Justicia en los gobiernos de Pujol, declarada partidaria de la independencia, promotora de la consulta del 9-N y firmante de un manifiesto en el que se reclama a Duran, su jefe de filas, que Unió apueste por el separatismo y la "hoja de ruta" de Mas, se rompió las palmas con la interpretación de pasodobles como "Soldadito español" y "Banderita tú eres roja y gualda" e incluso llegó a cantar a pleno pulmón, junto a una parte de los concurrentes, este último tema, cuya letra dio muestras de conocer a la perfección.
El concierto se enmarcó en la celebración casi clandestina (ningún medio informó del acto, ni antes ni después) del Día de las Fuerzas Armadas en Cataluña. Según los asistentes, Núria de Gispert dio la nota con su entusiasmo y conocimiento del cancionero español. Nadie se lo esperaba a tenor de sus constantes declaraciones a favor del Estado catalán y en contra de España.