Que el excolumnista de El Mundo Salvador Sostres no tenía una excelente relación con todos sus compañeros era conocido. Y hoy la prueba la aporta Carmen Rigalt en su columna de este periódico en la que pone a Sostres como chupa de dómine y le manda "a mamarla, a Parla".
"Durante años ha ocupado esta columna alguien que solía obtener éxitos de crítica y público por el procedimiento de hurgar en los artículos ajenos y echar la meada en sus argumentos", dice Rigalt. "El tipo disfrutaba con la provocación. Era escatológico (pipí, caca, culo) y sexual, o más concretamente, pajillero. Ambos distintivos son propios de personalidades tímidas o acomplejadas, pero siempre garantizan una risas".
Dice la columnista que "cuando la cosa era sonada" escribía en catalán para tener "menos lectores" y estar "más amparado". Y pone como ejemplo cuando escribió un artículo sobre "cómo sodomizar a una socialista catalana y luego brindarle el relato al respetable". Dice Rigalt que antes de publicarlo "se lo leyó a los amigotes para procurarles el alivio. Las vejaciones se le daban muy bien".
Tampoco ha olvidado la escritora el día que, "furioso" porque no se le había leído todo lo que él quería, escribió "que el castellano era un idioma de chachas. Se refería a la lengua en que solía dirigirse al servicio. Pobre infeliz".
Y al final llegamos al motivo último de tan crudo artículo. "Otro día se metió conmigo. A la mitad de las mujeres las llamaba zorras o putas, y a la otra mitad las despreciaba por su edad y aludía a ellas hablando de la incontinencia, o de las pérdidas, como ocurrió aquel día".
"Por lo demás, de cada 30 artículos que escribe, hay uno que merece un premio (y no precisamente el Cavia). Desde aquí se lo digo: a mamarla, a Parla".