La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, no deja de dar muestras del sesgo anticatólico con el que pretende marcar su paso por el ayuntamiento. Tras cuestionar la capilla que hay dentro de la casa consistorial, Colau impidió que el castillo de Montjuich, de titularidad municipal tras el traspaso de Zapatero, albergara una misa en recuerdo de las víctimas, todas, de la Guerra Civil que se llevaba celebrando con absoluta normalidad en las fechas aledañas al comienzo del conflicto bélico desde hacía 35 años.
El tercer palo a los católicos barceloneses se ha producido al trascender el programa de las fiestas patronales de la ciudad, entre el 18 y 24 de septiembre. La tradicional misa en la Basílica de la Virgen de la Merced, patrona de Barcelona junto a Santa Eulalia, ha quedado excluida de los actos oficiales debido a que la alcaldesa celebra la "diversidad religiosa" de la ciudad y pretende subrayar el carácter aconfesional del Ayuntamiento y la laicidad de su gobierno.
Colau pidió que a su toma de posesión asistieran todos los líderes religiosos de la ciudad, lo que motivó que el arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, de tendencia nacionalista, declinara participar en la "fiesta". La distancia se torna ahora glacial, puesto que la misa de la Merced formaba parte de las fiestas de Barcelona desde antes de 1714.
El pregonero de las fiestas será el empresario y humorista Andreu Buenafuente, que ha declarado en tono jocoso que cuando le llamó la alcaldesa pensó que era alguien que imitaba su voz para una broma radiofónica.