De auténtica profanación y escarnio han calificado en Convergencia la instalación provisional de unos urinarios públicos en una de las fachadas laterales del "Centro Cultural" del Borne, el antiguo mercado donde el nacionalismo pretende que se hallan los restos del último baluarte, en 1714, de la defensa austriacista de Barcelona en la Guerra de Sucesión.
La colocación de los urinarios se debe a una prueba piloto del Ayuntamiento que dirige Ada Colau y que pretende evitar las quejas de los vecinos del barrio ante el hecho insoslayable de las frecuentes micciones en la calle, algo que no consideran, a diferencia de Águeda Bañón, la directora de comunicación del municipio en sus tiempos de activista postporno, una performance artística sino una guarrada.
Sin embargo, la colocación de los servicios portátiles en tan emblemático lugar para los "soberanistas" ha generado tal polvareda que la concejal del distrito de Ciutat Vella, Gala Pin, ha dado orden de reubicarlos a pesar de mostrar su extrañeza por la polémica. Así, se han reubicado en una calle adyacente.
La intención municipal es testar el uso de estas instalaciones y convertirlas en definitivas si dan los resultados esperados, una reducción del incivismo y un alivio para los indigentes y los jóvenes del botellón en una de las zonas "festivas" de propios y turistas en la Ciudad Condal. El modelo femenino de urinario es un cubículo de plástico cerrado muy similar al que se puede encontrar en las playas más acondicionadas para los bañistas. Los de hombres, en cambio, están abiertos, lo que también ha molestado a los ediles convergentes. Una de sus portavoces, Francina Vila, ha declarado que se trata de un "invento de principiantes" y que quien orina en la calle no lo hace por falta de urinarios sino por incivismo.