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Rototom sí permitió la actuación de un cantante condenado por violación

El elevado criterio moral del Rototom a la hora de dejar participar a algunos artistas no ha impedido la actuación de uno condenado por violación.

El elevado criterio moral del Rototom a la hora de dejar participar a algunos artistas no ha impedido la actuación de uno condenado por violación.
Jah Cure, en una imagen promocional | Wikipedia/Sabalie L.L.C.

En el cartel de la noche del pasado domingo del festival Rototom estaba el jamaicano Jah Cure, que de tuvo papel estelar cerrando las actuaciones en el escenario principal del evento tal y como reflejan las crónicas de páginas especializadas.

Con el festival en el centro de la polémica por el veto al cantante judío Matisyahu, algunos usuarios de redes sociales han llamado la atención sobre esta presencia estelar de Jah Cure, un hombre que fue condenado a 15 años de prisión por violación.

El estatus del cantante jamaicano como una de las estrellas de la escena reggae internacional es indiscutible –como también lo es el de Matisyahu- pero su historia personal es cuanto menos llamativa: nacido en Jamaica en 1978 inició muy joven una prometedora carrera musical que le llevó pronto al estatus de estrella local, sin embargo, tal y como cuenta en su propia web oficial, su vida dio un giro radical cuando fue detenido en Montego Bay en 1998 y acusado de varios delitos, entre ellos tenencia de armas y, sobre todo, violación.

El cantante fue condenado en un juicio en el que la víctima –que había recordado la matrícula del coche con el que fue asaltada y que negó saber quién era a Jah Cure antes de que se le detuviese- no había podido verle pero le reconoció por su voz, tal y como contaba en una entrevista más de diez años después de los hechos. En la misma entrevista explicaba como el cantante había tratado de presionarla durante el juicio presentándole a una supuesta novia embarazada que, según la propia madre de Jah Cure, ni era su pareja ni estaba embarazada de él.

Tras el juicio y la condena "varios destacados artistas" la habían llamado e incluso la habían visitado en su casa ofreciéndole grandes cantidades de dinero si colaboraba para acortar la condena del cantante.

Jah Cure, al que se le permitió grabar discos durante una estancia en prisión que acabó en 2007, ha mantenido durante todo este tiempo su inocencia, algo que disgusta profundamente su víctima: "No queremos dinero, sólo quiero que admita su error y se disculpe. No puedo coger su dinero e ir al supermercado y comprar una libra de respeto, dignidad y autoestima, todo eso que me arrebataron".

Es imposible tener la absoluta seguridad de si estamos ante el dramático error de juventud de un hombre que había consumido drogas –la víctima aseguró que su aliento olía a marihuana-; o ante una no menos trágica equivocación de los jueces que llevaron a la cárcel a un inocente, tal y como defiende el cantante. Sin embargo, una condena judicial firme no deja de inclinar la balanza de un lado.

Y quizá tampoco una condena por el delito que sea deba condicionar la vida de un hombre para siempre, pero no deja de llamar la atención que a pesar del especial rechazo que provoca y debe provocar una violación, ni ha habido asociaciones feministas que reclamasen el boicot de Jah Cure, ni la organización del festival haya estimado oportuno pedirle, como sí hizo a Matisyahu, una explicación, un desmentido o una aclaración.

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