Mariano Rajoy cree que Pedro Sánchez es rehén de su política de pactos; que, tras las elecciones autonómicas y locales, abandonó el traje de hombre de Estado para echarse en brazos de la izquierda radical y los independentistas. Cada día, según su entorno, "conocemos una barbaridad nueva". Y el presidente pretende convertirlo en el eje de la campaña, tanto de las catalanas como de las generales –cuya fecha sigue sin concretar, aunque "lo más probable" es que sean el 20 de diciembre-.
No hubo reconciliación en el fugaz contacto que este domingo ambos mantuvieron en la estación de AVE de Lérida. Rajoy saludaba a Sánchez tras echarle en cara en un mitin que, en Badalona, el PSC vaya de la mano de la CUP y ya hayan desaparecido la bandera de España y el retrato del Rey. Un ejemplo que volvió a usar este lunes, en este caso en la reunión con senadores y diputados que convocó en la Cámara Baja. "La alternativa al PP es un Gobierno PSOE-Podemos", les alertó, y sus consecuencias "todos las conocemos".
Uno de los objetivos clave de cara el 27S, admiten en Génova, es desgastar la marca socialista. "A una parte su votante no le gusta estos pactos, que vayan de la mano con la CUP, como tampoco que no tengan una idea clara de España", según fuentes de la dirección nacional. De ahí que Xavier García Albiol esté concentrando sus fuerzas en el área metropolitana de Barcelona, el denominado cinturón rojo. En esRadio, el candidato lo decía claramente: "Si aquellos que viven en esa área van a votar, los independentistas se van a llevar una sorpresa muy desagradable". El PP "es vuestra casa", les ofreció al inicio de la campaña.
Según la denuncia de Génova, los socialistas han pactado en más de 30 ayuntamientos catalanes con independentistas. "Si Pedro Sánchez deja las ambigüedades, podremos ir juntos a un gobierno alternativo o plantear opciones alternativas para que todos los catalanes podamos dejar de lado estos últimos años de fracaso de Artur Mas", afirmó Andrea Levy en Antena3, como también Albiol en el programa de Federico Jiménez Losantos. Pero el presidente lo ve harto complicado, según avanzó, aunque no cierra la puerta por completo.
En el Congreso, Rajoy volvió a ser muy duro. "Es lamentable e incomprensible que el PSOE haya pactado con partidos independentistas y extremistas", afirmó en una conferencia de prensa sorpresa, en la que de nuevo admitió preguntas. E insistió: "La credibilidad de un partido que hace eso queda muy minada".
El ataque político sirve para Cataluña, pero también para las generales. De hecho, la petición del presidente a sus parlamentarios es que contrapongan la hoja de servicios del PP a lo que está ocurriendo en comunidades y consistorios en los que el PSOE ha llegado a acuerdos con Podemos y otras formaciones minoritarias. Ya hay un cúmulo de "disparates", reiteran los populares, que hacen acopio de datos.
Con este escenario, la tesis de la dirección nacional es que Sánchez pactará con Pablo Iglesias si tiene "la más mínima oportunidad de gobernar". Jordi Sevilla "va diciendo a los empresarios que no tengan miedo de la coalición", deslizan desde Génova. Y Rajoy no se cansará de repetirlo públicamente porque, según sus estrategas, el miedo a ese posible acuerdo ya se nota en las encuestas.
Defensa de la unidad nacional
Por su parte, sobre la ofensiva separatista, el jefe del Gobierno se comprometió ante sus parlamentarios a garantizar el acatamiento de la Constitución. "Ni yo como presidente ni nadie del Gobierno aceptará que se liquide la unidad nacional", proclamó, para recalcar, sin especificar, que "tenemos mecanismos para ello". Nada dijo del artículo 155 de la Constitución, aunque sí sacó pecho –como Albiol- de la reforma del Tribunal Constitucional.
Además, Rajoy se quejó de que las formaciones secesionistas están ocultando a los ciudadanos las consecuencias de la ruptura. "Conviene decir a la gente la verdad para que tenga conocimiento de causa", dijo en rueda de prensa, para avisar a renglón seguido de que una Cataluña fuera de España "abandonará Europa" y perderá las subvenciones comunitarias. Preguntado sobre la Diada, admitió que "había mucha gente, como otros años. Pero también hay mucha gente que no estuvo allí, seguramente muchísimos más que los que fueron, y a esa gente no se la puede despreciar" sino que "hay que gobernar también para ellos".
Terminado su encuentro con la prensa, ofreció otro gesto con el que intenta transmitir cercanía: se trasladó a una de las tabernas de la zona, a pocos metros de las Cortes, para tomarse una caña con María Dolores de Cospedal, Jorge Moragas y otros integrantes de la cúpula. Una foto que, poco después, ya publicitaba en la red social Twitter.