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Ortega Lara: "El perdón es lo que más me costó tras la liberación"

En un emotivo discurso, Ortega Lara ha recordado ante estudiantes universitarios aspectos de su secuestro y su liberación.

En un emotivo discurso, Ortega Lara ha recordado ante estudiantes universitarios aspectos de su secuestro y su liberación.
José Antonio Ortega Lara | Centro Universitario Villanueva

El exfuncionario de Prisiones José Antonio Ortega Lara ha relatado este miércoles ante alumnos del Centro Universitario Villanueva su experiencia durante los 532 días en los que permaneció secuestrado por ETA. "A Bolinaga le diría que al fin conseguí perdonar, no olvidar", ha revelado sobre las que serían sus palabras al que fuera uno de sus secuestradores, fallecido en enero de este año.

Ortega Lara ha explicado ante los alumnos que, para él, el odio y el olvido son cosas distintas. "El perdón es una regla básica que te hace más feliz, y es lo que más me ha costado después de mi liberación. Pensé que iba a ser sencillo porque cuando eres cristiano el perdón te viene dado, pero no fue fácil", ha reconocido aceptando que, cuando con el tiempo consiguió perdonar, se libró de un peso de encima.

El exfuncionario de Prisiones ha recordado además cómo fue la mañana de su liberación, el 1 de julio de 1997. Según ha detallado, aquel día escuchó "ruidos raros" en la nave de Mondragón (Guipúzcoa) en la que estaba secuestrado y vio entrar en el zulo a un guardia civil, aunque pensó que se trataba de un terrorista disfrazado con el objetivo de sacarle fuera y matarle.

"Me asomé y se me acercó una persona que me preguntó si sabía quién era. Le dije que sí, que era Baltasar Garzón, y fue el momento en el que me di cuenta de que la cosa iba en serio", ha rememorado sobre su encuentro con el exmagistrado de la Audiencia Nacional.

Al llegar a su casa, ha recordado que lo primero que hizo fue sentarse en su lado habitual del sofá, junto a su mujer, como hacían antes de ser secuestrado. Según ha reconocido, "un golpe durísimo" fue que su hijo de dos años y medio no lo reconociera, aunque después de afeitarse la barba y recuperar su habitual bigote ya comenzara de nuevo a contarle cosas como antes del secuestro.

"Me pregunté por qué a mí miles de veces y no existe una respuesta", ha confesado. Pero además, ha apoyado la decisión del Gobierno de entonces. "El Gobierno hizo lo correcto no negociando, si lo hubiera hecho al día siguiente hubieran secuestrado a otro, y los terroristas habrían salido ganando", ha apuntado.

Según ha reconocido, contempló el suicidio como una opción: "Yo pensé que mi destino era morir allí e incluso planeé mi suicidio. Pero el tren de la vida ha pasado una segunda vez -ha relatado-. Yo tenía el alma destrozada y el cuerpo dolorido, pero todos los días hacía un pequeño ejercicio de voluntad y me ponía obligaciones".

En cuanto a su relación con los secuestradores, ha indicado que al principio fue "educada" y hablaban de política e incluso contaban chistes de Gila. Sin embargo, rechazó las ocasiones en las que le propusieron jugar al mus o tomar una copa de vino. "Yo siempre decía que no, nunca acepté ninguna oferta porque luego sabía que venía una contrapartida, sabía que me pedirían algo a cambio", ha explicado.

Sin embargo, la relación después se deterioró y Ortega Lara prefirió guardar silencio para no exponerse a sus castigos: "En el fondo estaban hasta las narices del secuestro, más que yo, porque sabían que cuanto más tiempo pasara, más posibilidades había que les pillaran y me encontraran, como gracias a Dios, así pasó".

Además, ha relatado que el cautiverio le cambió la vida y muchas veces perdió la esperanza. "Me enfadaba muchísimo con Dios, si me hubieran grabado lo que le decía a grito pelado. Pero, a la vez, mi lazo con él se fortaleció. Dios es un gran amigo que además no hurga en lo malo que puede haber en ti, es el Jefe".

Además, durante su intervención, hizo una encendida defensa del derecho a la vida y en contra del aborto, así como una reivindicación al respeto a las víctimas del terrorismo. "Sus proyectos de vida quedaron truncados, pero sus familiares nunca han actuado con espíritu revanchista, sino solamente en demanda de la justicia y de la memoria que como personas merecen", afirmó. En esta línea, lanzó un último alegato a los universitarios: "Vivid vuestra vida pero jamás humilléis a nadie".

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