Si hace unas semanas Libre Mercado publicaba cómo había hecho el líder de Podemos, Pablo Iglesias, para asegurarse de que ningún crítico entrase en sus listas, estas últimas semanas ha sido el turno de las propuestas para el 20-D. El programa de Podemos es un nuevo episodio en la serie de maniobras del equipo directivo para controlar completamente el partido.
Desde la formación morada presumen de que este documento es el más "transparente y participado" de todos los que se presentarán para el 20 de diciembre. El discurso oficial es que se ha realizado en colaboración con las bases. Pero no es así. Las bases, los conocidos en Podemos como círculos, han tenido muy poco peso en la elaboración de este documento, por no decir ninguno.
Tanto Pablo Iglesias, como su encargada de controlar el programa, la número tres del partido, Carolina Bescansa, han vigilado que todas sus propuestas sean las seleccionadas en este documento. Y que no se colara ninguna de las que molestaban a la dirección. Unas medidas para las que Podemos ha contado con "expertos" como Thomas Piketty o el exasesor del exministro de Finanzas griego, Yanis Varoukakis.
Un programa "controlado"
Este "control" de las medidas se inició ya en junio cuando se comenzó con la elaboración del programa. Se recogieron las propuestas de las bases del partido y fue un equipo de la dirección, encabezado por Bescansa, el que las filtró: unió las que trataban los mismos temas y acabó con las que no gustaban a la Ejecutiva. De esta manera, se dejaban fuera del debate muchos temas polémicos que la dirección del partido no quiere en el programa y que no estaba dispuesta a permitir siquiera que se votasen. Muchas de las reivindicaciones clásicas de la formación, defendidas por los círculos y apoyadas por la militancia, se perdían.
Por ejemplo, había una propuesta que pedía "decidir democráticamente la forma del Estado", con "un referéndum entre monarquía y república". Es una petición clásica de los círculos que tiene bastante apoyo entre las bases del partido, pero Bescansa y los suyos decidieron dejarla fuera. Es decir, que ni siquiera se podría votar para meterla en el programa.
El segundo paso de la limpieza llegó con el proceso de votación. Podemos organizó una web en la que se podían votar todas las propuestas que habían pasado el filtro de Bescansa. Estaban las de la dirección y las pocas que habían conseguido colocar los círculos (muy parecidas, la mayoría, a las de la Ejecutiva).
A primera vista, esta votación no era una tarea sencilla. Hablamos de cientos de propuestas que había que leerse e ir votando una a una... Bueno, en realidad, éste era el proceso para las propuestas de las bases. Porque en la web de Podemos también había una pestaña con la que los inscritos podían seleccionar las más de 300 propuestas de la dirección con un solo click. Es el sistema de "plancha" que tan polémico has sido. No hacía falta leerse cada propuesta, ni decidir si la apoyaban o no de forma individual: tan sólo se marcaba una casilla y todo el programa de la dirección quedaba aprobado.
Éste es un método que ha sido rechazado por los críticos del partido morado en diversas ocasiones, como cuando se utilizó para elegir a los miembros de la dirección. Los círculos críticos entienden que reduce la pluralidad interna y favorece a la Ejecutiva.
Además, se dieron poco más de 72 horas para que se votara un documento tan extenso y farragoso. No era fácil leerse y pensar sobre los cientos de propuestas en tan poco tiempo... salvo que se marcara la famosa casilla plancha. De hecho, en un principio, iban a ser cinco días los que iban a tener sus bases para votar, pero la dirección publicó tarde este proceso que se ha desarrollado vía internet por "problemas técnicos". Lo que no hicieron fue ampliar ese proceso a pesar del retraso.
Este viernes se publicó el resultado de la votación. ¿El resultado? Todas y cada una de las medidas que componen el programa electoral son las de la dirección.