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El duro testimonio de uno de los policías que sobrevivió en Kabul

EL sindicato UFP se pregunta qué razones tiene el Gobierno "para no contar la verdad" sobre lo sucedido en Kabul.

EL sindicato UFP se pregunta qué razones tiene el Gobierno "para no contar la verdad" sobre lo sucedido en Kabul.
Fuerzas de seguridad afganas en la zona del atentado | EFE

La Unión Federal de Policía (UFP) ha hecho público este sábado el testimonio de uno de los agentes del Cuerpo Nacional de Policía que se encontraba ayer en la Embajada de España en Kabul cuando un coche-bomba estalló en la casa de huéspedes anexa a la legación diplomática y un grupo de tres tiradores talibanes atacaron a continuación las instalaciones. Dos agentes del cuerpo terminaron perdiendo la vida.

"Conseguimos cerrar el búnker, estamos bien físicamente, pero 12 horas de ráfagas, asaltos y granadas sobre nosotros. Mi subi (el subinspector Jorge García Tudela) lo asesinaron el primero cuando entraron en el edificio, su habitación está en la planta 0. Al oír las primeras ráfagas desde el búnker donde están nuestras habitaciones, cogimos las armas y cerramos la puerta.

La otra puerta de escape quedó dañaba de la onda expansiva y no la podíamos cerrar, así que no era seguro el sitio, Gabi (el policía fallecido Isidro Gabino San Martín) salió con otro compañero a ver si encontraba al Subi porque no nos contestaba y le dieron creo que desde la azotea donde ya se habían colocado para disparar a todo el que vieran.

Todo arrasado, calculado, entró el coche bomba y al minuto los terroristas asaltaron la embajada".

El sindicato policial, que tiene dos representantes en el Consejo de la Policía, se pregunta "qué razones" tiene el Gobierno "para no contar la verdad de lo sucedido ayer en Kabul" y dice que el testimonio del agente pone de manifiesto que la sede diplomática española era el objetivo del ataque terrorista."Esta es la realidad de lo sucedido y lo demás, mentiras propias de quienes no merecen ninguna credibilidad", aseguran.

Según argumentan en un comunicado, la embajada española en Kabul es una de las pocas que se encuentra fuera de la denominada green zone, es decir, el área de seguridad de la capital afgana donde está prohibida la circulación de vehículos y cuyos accesos son controlados por agentes de la policía afgana. "De hecho, la embajada se localiza en una de las calles más transitadas de la capital donde cada día se forman largas colas de vehículos a la hora de la salida del trabajo", explican.

"La situación de la legación española en Kabul es casi cómica. La embajada la conforman tres casas contiguas conectadas con un patio común, y situadas a tan sólo unos diez metros del muro que las separa de la calle. Una de las casas se usa como embajada y consulado propiamente dicho, y la otra, como residencia del personal diplomático español. La cercanía entre las dos casas y la calle es tal que algunas de sus terrazas tocan casi con el muro exterior del recinto, sin ningún tipo de distancia de seguridad. Eso hace que puedan ser fácilmente atacadas desde el exterior con un simple cóctel molotov o granada", continúan.

"La que era la puerta principal está tapiada, por lo que se entra y se sale por una puerta lateral protegida por un portón de chapa, sin ningún tipo de protección o blindaje. Dicha puerta se abría por medio de un motor eléctrico, pero que al romperse (desde hace varios meses), el policía tenía que bajarse del vehículo y mientras lo empuja con la espalda, seguía apuntando con el arma. Dicha práctica se había hecho tan común que habían puesto una especie de tela en una parte del portón para evitar resbalarse al empujarlos", añade.

"A dicha entrada se accedía por una calle lateral a la embajada que no estaba asfaltada y en muy mal estado, lo que impedía que pudieran transitar los vehículos a una velocidad superior a 20, o 30 km/h. La residencia del embajador sí que está ubicada en la protegida zona verde, al lado de la embajada de Estados Unidos. No así la embajada, que estaba en una zona céntrica y transitada, donde se alojaba todo el personal. (…) Todo el personal diplomático que ha vivido y trabajado allí coincide en decir que, si explota un coche bomba delante de la embajada, allí no iba a quedar nadie vivo, dada la escasa distancia que separa la calle y el edificio", concluye.

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