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"Lo nunca visto en TV": Sánchez "el broncas" hace "estallar de ira" a Rajoy

Con el último debate en que sólo faltó que Rajoy y Sánchez se partieran la cara ya está todo el pescado vendido y sólo queda esperar al domingo.

El Mundo está indignado con las lindezas que se dijeron el uno al otro. "El debate más agrio de la democracia". "Sánchez: 'Usted no es decente' Rajoy: 'Usted es ruin y miserable'". Un "intercambio de insultos sin precedentes". El editorial es como la madre que quiere mantenerse neutral en una pelea de hermanos. "Ninguno de los dos líderes de los partidos mayoritarios tiene motivos para enorgullecerse del debate, en el que faltaron las propuestas y sobraron los insultos", ¿no os da vergüenza? "Fue una pelea de boxeo, sin piedad con el rival y llena de golpes bajos. Los espectadores contemplaban perplejos el espectáculo", dale ahí, más fuerte hombre, eso, llévale al rincón, ánimo, que ya es tuyo. "Los dos ganadores fueron Ciudadanos y Podemos, ya que sus dos líderes han demostrado que se puede discutir sin insultos y con un mínimo de respeto al adversario. Un triste y desafortunado punto final al bipartidismo", dice muy afectado. Casimiro García-Abadillo cree que ganó Sánchez por su "juego sucio" y porque logró "sacar a Rajoy de sus casillas". Tampoco era la primera vez, ya le pasó en el debate sobre estado de la nación cuando Rajoy perdió los nervios y acabó echando a Sánchez del Congreso. 'No vuelva usted por aquí', le dijo como si fuera su cortijo. Cuando le mentó a Bárcenas "Rajoy estuvo a punto de estallar de ira". "Nunca se había vivido una situación así en un debate político en televisión", dice escandalizado. Lucía Méndez cree que el problema de Rajoy es que vive en Babia. "¿Es posible que el candidato del PP, con su dilatada experiencia política, creyera que Pedro Sánchez iba a ir al debate con un ramo de flores y no con un cuchillo en la boca?". "Sánchez salió indemne", opina. Raúl del Pozo también vio flojillo a Rajoy. "Pedro Sánchez le golpeó el hígado" y Rajoy "no le contestó con hostias como panes". Qué pereza.

Federico Jiménez Losantos habla de otra bronca, la que le están montando las "hordas pardas de Podemos" a Ciudadanos. "Emporcar la cara de Inés Arrimadas debe de ser la forma que la horda parda de Colau tiene de luchar contra el machismo. 'Escrachar' al enemigo político -los revolucionarios no tienen adversarios- es la forma que Pablo Iglesias tiene de luchar contra la democracia, como ya demostró en la Complutense boicoteando con su patota la conferencia de Rosa Díez".

El País, que tras algunos devaneos con Rivera ha vuelto a casa -la socialista- por Navidad, dice contundente que "Sánchez acorrala a Rajoy con la corrupción y la desigualdad". Rubén Amón dice que "la refriega se hizo tan violenta que el presidente llamó a Sánchez ruin, mezquino y miserable, deleznable. Quedó rebajado el debate al vaivén de los improperios". Improperios que Rajoy debería actualizar, porque mira que llamar a alguien deleznable. "Golpes bajos que escandalizaron, exageraron el duelo, cuando Sánchez había demostrado dominarlo y cuando no parecía necesario el recurso de un puñetazo de gracia. No parecía necesario porque ya le temblaba el pie a Rajoy como a un escolar y se le desorbitaba el ojo izquierdo, ejemplos inequívocos del nerviosismo que fue capaz de provocarle Sánchez en los rounds iniciales antes de producirse la escandalera". Vamos, que el socialista se pasó de frenada. En opinión de Amón, a Rajoy le perdió su exceso de soberbia. "Había concebido el debate en una expresión de condescendencia y superioridad. Se dignaba a polemizar con Sánchez", habrá que hablar con este chico, y mi Rubalcaba dónde estará. "El desafío de Pedro Sánchez consistía en ponerlo nervioso, hacerlo sudar. Y lo hizo". Tampoco era tan difícil, sólo tenía que hablar de Bárcenas.

ABC dibuja a un Sánchez matón y pendenciero. "Sánchez convierte el debate en una agria ofensiva contra Rajoy". Bieito Rubido critica que "Sánchez, muy bronco, basó su exposición en afirmaciones graves, y en muchos casos, falsas. Rajoy actuó con más educación y ponderación, pero le faltó contundencia". Malo. El editorial considera que "un debate que comenzó con corrección, acabó convertido en una bronca por la pérdida de papeles del candidato socialista, desesperado por su mala posición en las encuestas (...) Capaz de cualquier cosa con tal de arrancar votos a su izquierda". Y claro, "se quebró la calma de Rajoy", qué disgusto. David Gistau ve el lado positivo. "Sánchez permitió que surgiera el único Rajoy apasionado que conocemos: el que defiende su honorabilidad". Y nos libró de un rato de aburrimiento total. Si la bronca pasa hace un siglo y medio "hubiera hecho inevitable el duelo a pistola al amanecer". Curri Valenzuela le pone ya un apodo al socialista. "Sánchez, el broncas". Dice que Rajoy "pareció dudar si marcharse del plató o no", hubiera estado genial. "Y ahí salió a relucir lo mejor del candidato del PP, su rabia y su reacción, humana y comprensible". ¿Pero lo mejor de Rajoy no era su control, su flema, su dominio de los tiempos, etc, etc, etc?

La Razón se lanza a la yugular del socialista. "Sánchez ensucia el debate con un ataque 'ruin' a la honradez de Rajoy". Sánchez "mantuvo una actitud absolutamente reprobable que ni siquiera es posible atribuir a un arrebato en el fragor de una discusión política", dice el editorial. "Hay un límite ético en el respeto a la verdad que traspasó, llenando de lodo su intervención". Sánchez "se empeñó en un discurso bronco y desabrido" y animó el espectáculo. Antonio Martín Beaumont cree que es que Rajoy estaba distraído porque "no tuvo enfrente a su verdadero contrincante porque el próximo jefe de la oposición estaba en La Sexta". No aclara si se refiere a Iglesias o a Rivera. "Pedro Sánchez, por más que buscó embarrar el debate, endurecerlo, porque era su última oportunidad, ha sido meramente una muletilla". Qué calamidad, estará diciendo Pablo Iglesias frotándose las manos.

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