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La infanta Cristina sólo responde a sus abogados: "Estoy plenamente convencida de la inocencia de mi marido"

Cristina de Borbón no responderá a preguntas de Manos Limpias, únicamente de su abogado.

La infanta Cristina cree en Urdangarin. En el matrimonio y la familia que forjó desde que en 1997 se confirmara su noviazgo con el por entonces joven jugador del Barcelona de balonmano: "Confío absolutamente en él y en que siempre ha estado bien asesorado". Está segura de que ambos son inocentes, por amor o intuición femenina, porque realmente no sabe nada: ni conoció los ingresos de la empresa matrimonial Aizoon, según ha defendido la propia doña Cristina de Borbón, ni manejó ese dinero, ni examinaba las actividades de Nóos.

Queda para el recuerdo la fotografía más esperada del juicio, hecha realidad en la decimocuarta sesión. El retrato de un miembro de la Casa Real española sentado por primera vez en la historia ante la Justicia; y la imagen de una infanta sonriente y esperanzada, dispuesta a contestar solo a su abogado. Al final, ni la ferviente oposición de la Fiscalía y la Abogacía del Estado, ni la polémica doctrina Botín han evitado que la hermana pequeña del Rey Felipe VI se enfrente a ocho años de cárcel en la Audiencia de Palma. Cargos que le atribuye en solitario Manos Limpias como presunta "cooperadora necesaria de dos delitos fiscales" supuestamente cometidos por Urdangarin.

Buena fe

"Los dos nos ocupábamos de nuestros hijos, él se encargaba de las cuestiones económicas y yo de cuadrar la agenda institucional de la Casa Real". Unos "cien actos al año" habrían impedido a doña Cristina revisar las cuentas comunes. Ella no estaba al tanto siquiera del tránsito en el despacho de Iñaki Urdangarin, incrustado en la vivienda familiar con una puerta independiente: "Después de desayunar en familia, acompañaba a mis hijos al colegio”. Tan desconocida considera a Aizoon que apenas aparecía en sus temas de conversación: “No eran temas de los que me interesase hablar con él”.

Sí sabe que a su marido le atribuyen dos delitos fiscales. Corresponden a presuntas irregularidades en las declaraciones impositivas de la sociedad matrimonial en 2007 y 2008, por las que habría defraudado 337.000 euros a Hacienda. De esa cantidad se habría aprovechado la infanta a título lucrativo, según Manos Limpias. Pero Cristina de Borbón mantiene la fe, también la buena fe procesal por la que ingresó el importe exigido como responsabilidad civil en el juzgado "en cuanto supe que las acusaciones entendían que me había beneficiado económicamente de los hechos que se discuten".

Mala fe

Doña Cristina ha evitado el cara a cara con la abogada de Manos Limpias, Virginia López Negrete, que se ha tomado más en serio la investigación que la puesta en escena. Básicamente, porque su intervención ha provocado repetidos toques de atención por parte de Samantha Romero, la magistrada que preside el Tribunal. De la hora que ha permanecido la infanta sentada en el asiento del interrogado, cerca de la mitad la ha consumido López Negrete consignando el cuestionario que había elaborado a pesar de que no iba a obtener respuesta. Las fórmulas, conducidas con intención de vincular a la acusada con Nóos, han atraído protestas de los letrados de los exduques de Palma.

El clima tenso había reinado también en la jornada matutina cuando la misma representante del sindicato ha dirigido sus preguntas a Urdangarin. López Negrete ha solicitado la exhibición de un correo que envió al Rey Juan Carlos su yerno, un documento/prueba expresamente inadmitido por el Tribunal: "Si volvemos a advertir una situación similar, adoptaremos las medidas oportunas por mala fe procesal", ha amonestado Samantha Romero. Pero Manos Limpias, impasible: “¿Intercedió don Juan Carlos en los negocios del matrimonio?” La respuesta del declarante, otro no rotundo.

Porque también ha concluido el interrogatorio a Urdangarin consumidas alrededor de quince horas en tres días. La suya es una defensa de escudos: de refugiarse en su asesor fiscal, Miguel Tejeiro, y su asesor contable, Marco Antonio Tejeiro, los dos cuñados de su exsocio Diego Torres; de buscar refugio en la supervisión de la Casa Real, del secretario personal de la infanta, Carlos García Revenga, y el asesor de la monarquía, Federico Rubio, a quien daba cuenta anualmente de sus movimientos en el mercado.

Aizoon para todos

Ni la dirección del área social de la Fundación la Caixa ni sus estudios superiores han inferido a Cristina de Borbón conocimientos especiales fiscales o contables. Se lo ha contado al Tribunal mediante preguntas de su letrado, Pau Molins. De ahí también que no controlara Aizoon, que solo conociera la finalidad de esta sociedad: "canalizar los ingresos profesionales" de Urdangarin. Ella participó al 50% porque "me lo pidió mi marido y yo lo acepté". Eso sí, jamás utilizó la VISA de la sociedad porque no conocía las claves ni disponía de la tarjeta.

Pero tal es su confianza, que "de ninguna manera" la utilizaron como un escudo fiscal frente a Hacienda, extremo que sostiene Manos Limpias: "Si me lo hubiesen propuesto no hubiese aceptado nunca". Por confianza ciega nunca asistió a ninguna Junta de Aizoon en su condición de vocal ni conoce de su existencia: "me pasaban a la firma las actas y por la confianza en mi marido y los asesores la firmaba". Y se suma a los argumentos de Urdangarin: "todo lo que hacíamos estaba controlado", en ese doble nivel de supervisión de asesores personales y de la realeza: "no teníamos ninguna prohibición y por supuesto que me asesoré con Carlos García Revenga y él con Federico Rubio".

Manos Limpias había acorralado esta mañana a Urdangarin en los gastos de Aizoon: 15.800 euros para un safari familiar por África, 6.600 euros para un curso de coaching a doña Cristina y otros conceptos como cajas de vino, libros de Harry Potter, peluquería o farmacia. Gastos que poco tienen que ver con en objeto social de la sociedad. En este tema, nuevo despeje de la infanta: "Era mi marido el que se encargaba de los gastos familiares, teníamos divididas las funciones". Desconozco también el tipo de contrato que se hizo al servicio doméstico y cómo se les dio de alta en la Seguridad Social". En cualquier caso, sí sabe que no les pagaron en dinero negro en efectivo: "Rotundamente no".

Círculo de confianza

Su Alteza Real ha puesto nombre al círculo de personas en quienes confiaba cuando se produjeron los hechos investigados: "Por supuesto, en mi marido, en Carlos García Revenga, en el asesor fiscal de la Casa Real, en mis compañeros de trabajo, en José Manuel Romero y en mi entorno más cercano". Las cosas han cambiado, "ahora ya no" confía en el asesor fiscal de Urdangarin, Miguel Tejeiro.

Apuntillaba la infanta que no tenía "ni firma ni poderes" en Aizoon, que jamás recibió dividendos de la sociedad y que su declaración tributaria corría a cargo del asesor de la Casa del Rey, Federico Rubio. Por último, ha negado que la existencia de cuentas en paraísos fiscales: "Ahora sí tengo una cuenta en Suiza ya que resido en Suiza, pero nunca hemos tenido cuentas en paraísos fiscales".

Renuncian

La defensa a viva voz de la infanta Cristina ha resultado el más breve de sus resguardos. Concisa, tranquila, con argumentos muy sencillos y un discurso elaborado. Parece más sencillo ocupar la silla del declarante con los dos principales acusados, Diego Torres e Iñaki Urdangarin; el Ministerio Fiscal y la Abogacía del Estado a favor. Ella ha personificado el papel amable y la abogada de Manos Limpias, el rol opuesto. Curiosamente, López Negrete ha dejado también el momento simpático de la sesión al reproducir música en su ordenador por error durante el interrogatorio.

"No sé y no era mi función" es la pauta de Urdangarin; "No sé y confío” es la de la infanta Cristina. De la misma forma que la gran mayoría de los acusados, ambos han renunciado a presenciar las declaraciones de los testigos que arrancan el próximo martes 8 de febrero. Hasta el trámite de última palabra dejarán su futuro en manos de sus abogados, porque ellos dicen no saber más y, también, por una cuestión de confianza.

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