A última hora del lunes, cuando se cumplían veinticuatro horas de las elecciones, Albert Rivera telefoneó a Mariano Rajoy y a Pedro Sánchez para proponerles, como hizo en campaña, una mesa tripartita con PP, PSOE y Ciudadanos que buscase un acuerdo de Gobierno. El líder de Ciudadanos pudo constatar el fracaso de la iniciativa, ya que tanto Rajoy como Sánchez le hicieron ver que lo primero es que el líder popular, como vencedor de los comicios, inicie una ronda de contactos con todos los grupos políticos, que se celebrará próximamente.
Rivera les trasladó a ambos que no desistirá en su empeño de formar la mesa tripartita con "equipos negociadores". Horas antes, en una rueda de prensa, había señalado que el objetivo era buscar un Gobierno constitucionalista y estable que impulsara, además, reformas de calado, singularmente la de la Ley Electoral y un Pacto Nacional por la Educación. El presidente de Ciudadanos reiteró su veto a Rajoy como futuro presidente aunque volvió a negarse a utilizar esa expresión. "No apoyaremos ningún Gobierno de Rajoy" llegó a decir, en línea con la manifestado en la campaña electoral, donde llegó a comprometerse a no apoyar la investidura del líder del PP ni con una abstención.
Por otra parte, Rivera ha dejado clara su oposición a un pacto con "nacionalistas y separatistas" entre los que incluyó al PNV, lo que invalidaría una de las hipótesis de acuerdo que se están empezando a barajar, la del PP y Ciudadanos con los nacionalistas vascos y los canarios, incluido el diputado de Nueva Canarias, Pedro Quevedo.