Mariano Rajoy está muy cómodo ante el momento político actual, con todo el foco de atención en el Partido Socialista. Este lunes, reunió a la cúpula del PP y ordenó a sus integrantes que continúen con el "perfil bajo", ignoren la abrupta caída de Pedro Sánchez y queden completamente al margen de la vida interna de su histórico rival en las urnas. No hubo discusión alguna sobre la hoja de ruta, todavía sin descartar unas terceras elecciones, más aún tras las últimas encuestas. Tras ello, logró despachar telefónicamente con Javier Fernández, al que deseó suerte y le emplazó a futuros contactos.
Básicamente, Rajoy lanzó dos ideas clave a puerta cerrada, según varios integrantes del Comité de Dirección consultados por este diario. La primera es que el PP debe repetir una y otra vez el mensaje que él mismo transmitió en la Ejecutiva posterior a los comicios del pasado 20 de diciembre, y que después reiteró tras el 26J. A saber, empezar ofreciendo al PSOE una gran coalición, continuar con la posibilidad de llegar a grandes pactos de Estado y, en caso de que se nieguen a las dos opciones anteriores, reclamar que se deje gobernar a la fuerza política más votada. "No nos vamos a salir de ese discurso", subrayaron al más alto nivel, sacando pecho de que "los españoles nos han entendido perfectamente" como "así se constata en los sondeos".
El segundo mensaje de Rajoy a los suyos es que deben ignorar lo que está ocurriendo en el PSOE. "Hay que esperar", les dijo a las claras. Él mismo todavía no se ha pronunciado públicamente sobre la caída de Sánchez y su agenda está prácticamente vacía para esta semana -podría tener un acto de partido el sábado-. Además, nadie compareció al término del Comité de Dirección en Génova13 para evitar todo protagonismo y simplemente se remitieron unas declaraciones de María Dolores de Cospedal desde Toledo. "En las cuestiones de otros partidos políticos que no son el mío no me tengo que inmiscuir", contestó en varias ocasiones la secretaria general de la formación. Esto es, no habrá movimientos hasta que haya un interlocutor claro al otro lado.
En síntesis, la número dos del PP trasladó a la opinión pública la doctrina marcada por Rajoy solo un rato antes a puerta cerrada. Primero, destacó que la posición del PP la conoce todo el mundo y pasa por dar "estabilidad y confianza". A renglón seguido, se negó a opinar sobre la gestora del PSOE y en ningún momento mentó a Sánchez. Y, para rematar, avisó de que unas terceras elecciones serían malas para los españoles aunque en ningún momento las descartó.
"A la hora de afrontar la formación de un nuevo Gobierno, el presidente parte de tres principios básicos: respeto escrupuloso a la voluntad de los españoles -expresada democráticamente en las urnas-, unidad en torno a los grandes valores de la Constitución y la capacidad del próximo Ejecutivo de ofrecer a todos los ciudadanos un marco de estabilidad", se puede leer en los argumentarios internos que ya han sido remitidos a los distintos portavoces, para que después insistan en ello en las tertulias de radio y televisión.
Mientras, en la sede nacional del PP no se escondió cierta satisfacción ante los sondeos y todas las fuentes consultadas reconocieron que Rajoy está "tranquilo", con todo el partido bajo control y con su liderazgo fuera de toda duda. Sin cámaras delante, apenas deslizó nada de la dimisión de Sánchez, con quién no se ha entendido nunca aunque rechazó "zascandilear" sobre su situación hasta el último momento. "Estamos al margen", enfatizaron desde su equipo, justificando que no le haya dedicado ni un comentario público. Ahora, con Fernández, esperan que "el clima al menos sea distinto", y pusieron en valor la conversación entre ambos. Según trascendió, fue el presidente en funciones quien descolgó el teléfono y su nuevo interlocutor le devolvió la llamada tras la reunión de la gestora.