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El revanchismo de Colau se ceba ahora con Samaranch y los Juegos del 92

La alcaldesa manda eliminar el nombre del que fuera presidente del COI de una escultura donada a la ciudad.

La alcaldesa manda eliminar el nombre del que fuera presidente del COI de una escultura donada a la ciudad.
La estatua de la polémica | Europa Press

Una bolsa de deportes con una antorcha olímpica, obra en bronce del escultor Joan Mora, es el último objeto de polémica en Barcelona. En la peana de la obra se podía leer: "El presidente del Comité Internacional Olímpico J. A. Samaranch a su ciudad en recuerdo de los Juegos de la XXV Olimpiada". Para Colau y su primer teniente de alcalde, Gerardo Pisarello, la frase era toda una ofensa y una muestra inequívoca de franquismo subyacente, así que con el apoyo de la CUP, que también pretende eliminar la estatua de Colón, la alcaldesa procedió a retirar la escultura que ornaba la entrada principal del Ayuntamiento. El escultor puso el grito en el cielo y tras una reunión con Pisarello ha conseguido que su obra se reponga, pero eso sí, sin el nombre de Samaranch, personalidad no grata para el equipo de gobierno municipal. Este miércoles está previsto el retorno a su emplazamiento.

Es la última de las muchas alcaldadas de Colau, que pretende "limpiar" Barcelona de cualquier rastro del pasado, sea democrático, aluda a la Transición, tenga que ver con la religión católica o apele en términos elogiosos a la monarquía constitucional. El afán depurador de Colau no tiene freno, aunque de momento las purgas se limitan a los nombres de las calles, los bustos del Rey emérito o el legado de Juan Antonio Samaranch y del propio Maragall, que consiguieron que Barcelona albergara unos Juegos Olímpicos que abrieron la ciudad al mar, la situaron en el mapa mundial y consiguieron un éxito internacional sin precedentes.

Pero Colau no se anda con menudencias. Para ella, la biografía de Samaranch se reduce a su etapa como delegado nacional de deportes y presidente de la Diputación de Barcelona durante el franquismo y los albores de la Transición. En resumen, un "fascista" que no merece el más mínimo agradecimiento, sino el escarnio y el olvido. Hasta el grupo municipal de Convergencia se ha quejado, a pesar de que el partido de Pujol se esforzó todo lo posible en torpedear los Juegos porque trasladaban la imagen de una Barcelona cosmopolita y española.

Quien más duro se ha mostrado con Colau ha sido el presidente del grupo del PP, Alberto Fernández, que ha enumerado lo que denomina "gesticulaciones" de la alcaldesa: "El escarnio permanente a la Corona, con la retirada del busto del Rey, el cambio del nombre del Salón de Plenos (que ha pasado de ser de la Reina regente a Carles Pi i Sunyer, alcalde republicano) y el cambio de nombres monárquicos de las calles de Barcelona; el menosprecio a las Fuerzas Armadas en el Salón de la Enseñanza, a la Iglesia con el Padre Nuestro blasfemo durante la entrega de premios Ciudad de Barcelona o tachar la Sagrada Familia de Mona de Pascua". Fernández ha pedido a Colau que deje de ofender a quienes no piensan como ella y que se preocupe de los problemas de la ciudad, que no dispone de presupuesto y tiene todas las obras del plan de actuación municipal paralizadas.

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