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La Armada vigila a la flota rusa de combate en el Estrecho mientras Ceuta hace negocio

La OTAN ha alertado a sus socios sobre el grupo naval ruso. Ceuta, que no está bajo el paraguas de la Alianza, les sirve de base logística.

La OTAN ha alertado a sus socios sobre el grupo naval ruso. Ceuta, que no está bajo el paraguas de la Alianza, les sirve de base logística.
El portaaviones nuclear ruso Admiral Kuznetsov. | Wikipedia

Rusia ha decidido enviar al Mediterráneo Oriental, junto a las costas de Siria, a una agrupación naval encabezada por su principal estandarte, el portaaviones nuclear Admiral Kuznetsov, que está acompañado en su navegación por el crucero con propulsión nuclear Piotr Veliki, y varios buques de escolta (fragatas y patrulleros), algunas embarcaciones auxiliares y un buque de aprovisionamiento de combate.

La presencia de la mayor flota rusa de combate desplegada desde el final de la Guerra Fría por Moscú está siendo monitorizada por la OTAN y, como no podía ser menos, también por las Fuerzas Armadas españolas, que están controlando la presencia de los militares rusos en cuanto han comenzado a acercarse al norte de España y prosiguen en las cercanías del Estrecho de Gibraltar, una de las zonas marítimas más vigiladas del planeta.

El Estado Mayor de la Defensa (EMAD) ha informado este martes que este seguimiento en España se realiza bajo el control operacional del Comandante del Mando de Operaciones (CMOPS), almirante Teodoro Esteban López Calderón, y que el encargado del mismo, dentro de sus cometidos habituales, es el Mando de Vigilancia y Seguridad Marítima (MVSM), que tiene el deber de conocer qué sucede en nuestras aguas de soberanía.

Cuando esta flota rusa navegó por aguas cercanas al norte de España, fue el Patrullero de Altura P-74 Atalaya el encargado de seguir a estas unidades hasta su entrada en aguas de responsabilidad portuguesa. Una vez en las cercanías del Estrecho de Gibraltar, el turno le toca al Patrullero de Altura P-78 Cazadora. En este área, el patrullero de la Armada estará apoyado por aeronaves del Ejército del Aire.

Lo curioso es que mientras las Fuerzas Armadas españolas realizan sus labores de vigilancia habituales y la propia OTAN alerta a sus socios de la flota de guerra rusa, Ceuta se frota las manos con el negocio que le supone su habitual paso por las aguas del Estrecho. Según ha confirmado el EMAD, está previsto que algunas de las embarcaciones que están integradas en la mencionada agrupación naval hagan una escala de avituallamiento en la ciudad autónoma.

La parada de estos buques rusos en Ceuta es algo habitual al menos desde el año 2011 y en ese tiempo habrían parado en su puerto cerca de una sesentena, entre destructores, fragatas, submarinos, buques de suministro, remolcadores o buques de desembarco, entre otros. Unas paradas técnicas que no gustan a dirigentes políticos de otros países europeos, que han mostrado públicamente su malestar con esas escalas, aunque ningún país ha protestado oficialmente por ello.

Fuentes del Ministerio de Exteriores -organismo competente para autorizar estas paradas técnicas- consultadas por Libertad Digital, han recordado que estas escalas "se hacen desde hace años, siguiendo todos los criterios de seguridad y se hace con total transparencia, informando al resto de países aliados". Estas fuentes no confirman todavía que barcos de la agrupación naval del Admiral Kuznestov vayan a parar en Ceuta: "Las últimas escalas solicitadas se están revisando en estos momentos en función de la información que estamos recibiendo de nuestros aliados y de las propias autoridades rusas".

Se da la circunstancia de que la situación geográfica de Ceuta (en el mismo caso está Melilla) la sitúa en una posición curiosa dentro de la geoestrategia internacional. Y es que cuando España se integró en 1982 en la OTAN no se incluyó a las dos ciudades autónomas en la redacción del Tratado de Washington, por lo que en caso de que hubiese un ataque de una fuerza extranjera sobre las mismas no contarían con la protección de la Alianza Atlántica.

El artículo 5 de ese tratado establece que "las partes convienen en que un ataque armado contra una o contra varias de ellas, acaecido en Europa o en América del Norte, se considerará como un ataque dirigido contra todas ellas y, en consecuencia, acuerdan que si tal ataque se produce, cada una de ellas, en ejercicio del derecho de legítima defensa individual o colectiva (…) asistirá a la parte o partes así atacadas, adoptando seguidamente, individualmente y de acuerdo con las otras partes, las medidas que juzgue necesarias, incluso el empleo de la fuerza armada (…)".

El artículo 6 establece el área geográfica a la que afecta la seguridad colectiva y habla de "territorio de cualquiera de las partes en Europa o en América del Norte, contra los departamentos franceses de Argelia, contra el territorio de Turquía o contra las islas bajo jurisdicción de cualquiera de las partes en la región del Atlántico Norte al norte del Trópico de Cáncer", además de "las fuerzas, buques o aeronaves de cualquiera de las partes".

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