Este lunes continúa el cierre al tráfico en el centro de Madrid. Es el primer día laborable y escolar del veto del consistorio regido por Manuela Carmena al vehículo privado. Los comercios y colegios adyacentes a la Gran Vía, Calle Mayor y Atocha aguardan, durante las primeras horas de la mañana, impacientes para ver cómo se va a desarrollar esta jornada.
Así, cabe recordar que está prohibida la entrada de cualquier vehículo privado –excepto para residentes, taxis y autobuses– en la Gran Vía, entre la calle San Bernardo y la Plaza de España, habilitándose un carril en sentido San Bernardo y dos carriles en sentido Plaza de España.
También está restringido el acceso en la calle Atocha –desde la Glorieta de Carlos V hasta la Plaza de las Provincias– y la calle Mayor –desde Bailen a Puerta del Sol–. En la calle Segovia, entre la Ronda de Segovia y Puerta Cerrada, se podrán también efectuar restricciones en función de la congestión del tráfico.
Estas medidas se comenzaron a aplicar el pasado viernes desde las 17:00 horas, y durarán, en una primera fase, hasta el 11 de diciembre a las 22:00, coincidiendo con el puente de la Constitución. Posteriormente, habrá otra fase, el fin de semana del 16 al 18 de diciembre –empezando el viernes a las 17:00 y terminando el domingo a las 22:00–, y del 23 de diciembre al 8 de enero de 2017 –empezando el viernes a las 17:00 y terminando el domingo a las 22:00–.
Los comerciantes, indignados
A las diez de la mañana, la portavoz del partido popular en el ayuntamiento, Esperanza Aguirre, se reunirá con la Federación de Asociaciones de Centro. Los negocios de la zona, según Telemadrid, denunciaron este fin de semana pérdidas de hasta un 70% de ingresos.
En este sentido, los aparcamientos subterráneos son los que más sufren el cierre al tráfico del centro de Madrid. En concreto, estos hablaban de una caída en la clientela de más de un 30%.
Grandes atascos
Los embudos y atascos se han repetido este fin de semana en todo el centro de la ciudad de Madrid. Este viernes, por ejemplo, la plaza de Cibeles se convirtió en una ratonera donde sólo se escuchaba el lamento de los conductores y los pitidos de los coches.
El RACE lamentaba públicamente "la poca consideración de este Ayuntamiento para con los conductores, la falta de información y la mala previsión de las medidas que están generando caos entre los habitantes".