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La esperpéntica visita a Barcelona de un congresista de Trump

Despliegue de agasajos del Estado y la Generalidad a Dana Rohrabacher, el enlace de Putin en los Estados Unidos.

Despliegue de agasajos del Estado y la Generalidad a Dana Rohrabacher, el enlace de Putin en los Estados Unidos.
Puigdemont y Romeva con Rohrabacher | EFE

Carles Puigdemont y el consejero de Asuntos Exteriores de la Generalidad, Raül Romeva, se han volcado en la internacionalización del proceso, a pesar de que los plantones y ridículos, las reuniones con amigos ultraderechistas de la Liga Norte y los Auténticos Finlandeses y las desangeladas charlas para estudiantes son la marca de la casa de la diplomacia nacionalista, una "estructura de Estado" que se concreta en la tarjeta de visita de Romeva, en la que se presenta como minister catalán.

En las dos últimas semanas, Puigdemont ha viajado dos veces a los Estados Unidos (a la segunda consiguió una foto con Jimmy Carter), y se ha reunido dos veces también con Dana Rohrabacher, el congresista estadounidense que preside el subcomité para Europa de la Cámara de Representantes. Rohrabacher, en la órbita de Trump, es conocido en su país como el enlace entre el nuevo presidente de los Estados Unidos y Putin, a quien conoce desde hace décadas. El perfil del congresista incluye una estancia de dos semanas con los talibanes que combatían a la Unión Soviética en Afganistán, su apoyo al nacionalismo kosovar y también a la anexión de Crimea por parte de Rusia, en ese caso porque sostiene que hubo una votación popular a favor. Rohrabacher se ha mostrado partidario de aplicar el derecho de autodeterminación en Cataluña y es el máximo apoyo internacional que ha logrado la Generalidad en cinco años de proceso separatista.

El himno de los EEUU en el carrillón

De ahí que su visita de este domingo a Barcelona acompañado por el congresista demócrata Brian Higgins (mediador en Irlanda) haya sido explotada al máximo por Puigdemont y Romeva como un espaldarazo al proceso y un gol por toda la escuadra al Gobierno de Rajoy.

Romeva se puso hasta corbata y la senyera lució al lado de la bandera de las barras y estrellas como decorado del encuentro entre los congresistas y Puigdemont. A su entrada en el edificio de la Generalidad, Rohrabacher y Higgins fueron recibidos a los sones del himno estadounidense interpretado por el carrillón del palacio de la Generalidad.

A la euforia nacionalista ha contribuido la reacción del Gobierno. Los políticos americanos venían de otro palacio, el Montaner, que alberga la Delegación del Gobierno de Barcelona y donde Enric Millo recibió con toda la pompa y boato posibles a la pareja. En la reunión estuvieron presentes el general de división jefe de la Guardia Civil en Cataluña, Ángel Gozalo, el jefe regional de operaciones y comisario principal del Cuerpo Nacional de Policía, José Jiménez Lacasta, y el subdelegado de Gobierno en Barcelona, Emilio Ablanedo. Faltó el Inspector General del Ejército y máxima autoridad militar en Cataluña, el teniente general Fernando Aznar Ladrón de Guevara, recientemente nombrado para el puesto.

La reunión se había organizado sobre la marcha, una vez difundida la agenda del presidente de la Generalidad. Rohrabacher no cambió de opinión, una opinión que según el delegado del Gobierno, Enric Millo, es "personal". El congresista se mostró partidario del referéndum en el encuentro con las autoridades estatales y confiado en que ganaría el no a la independencia, razón que esgrimió para que el Gobierno permita su celebración. Millo replicó que el Gobierno se atenía a la ley y no consideraba las circunstancias ni los resultados potenciales. Sin embargo, el grueso de la reunión fue un intercambio de impresiones sobre el terrorismo islamista.

En la Generalidad, el encuentro fue mucho más largo. Comenzó a las siete y se prolongó con una cena a la que también asistió Oriol Junqueras, quien a finales de mes viajará a los Estados Unidos para sondear la financiación de la Generalidad en los mercados internacionales.

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