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Puigdemont convoca una "cumbre" de urgencia con Forcadell y Junqueras para sofocar la crisis entre el PDeCAT y ERC

Las reticencias de Junqueras a firmar la orden para comprar las urnas y las revelaciones de Rovira sobre el uso de los parados convulsionan el procés.

Las reticencias de Junqueras a firmar la orden para comprar las urnas y las revelaciones de Rovira sobre el uso de los parados convulsionan el procés.
Puigdemont posa con sus notificaciones | @KRLS

Día horribilis en el proceso catalán. La jefa de la cuota de ERC de Junts pel Sí, Marta Rovira, ha desvelado que la Generalidad se plantea organizar una "bolsa de parados" para celebrar el referéndum. Trascendía, además, que Meritxell Borràs, consejera de Gobernación, se niega a comprar ocho mil urnas si no recibe una orden firmada por Oriol Junqueras, el vicepresidente, líder de ERC y teórico responsable logístico del referéndum. La portavoz de la Generalidad, la convergente Neus Munté desautorizaba a Rovira por hablar en nombre del gobierno autonómico. El cisma entre convergentes y republicanos se aireaba en público. Los consejeros del PDeCAT (el nuevo nombre de Convergencia), con Puigdemont al frente, recelan de las intenciones de Junqueras y dudan de su compromiso con el referéndum.

El ruido en torno a la consulta y las discrepancias han llevado a Puigdemont a tratar de interpretar un gesto de autoridad con la convocatoria de una cumbre de urgencia. La presidenta del Parlament, Carme Forcadell, quejosa por su falta de protagonismo en los últimos tiempos, ha sido llamada al palacio de la Generalidad. También los dos jefes de Junts pel Sí, la citada Rovira y el convergente Jordi Turull, así como la CUP, que ha comisionado a la diputada Mireia Boya y el exdiputado y portavoz de la formación Quim Arrufat, el vicepresidente Junqueras y el minister de Exteriores Raül Romeva.

La pretensión del presidente autonómico era la de propagar una imagen de unidad para contrarrestar el cisma en el interior del ejecutivo catalán y en el grupo parlamentario que le da sustento. La reunión ha durado dos horas y ninguno de los intervinientes ha hecho declaraciones a la salida.

Las reticencias de Junqueras

En los partidos se ciñen a la tesis oficial de que el objetivo compartido del referéndum sofoca todas las fricciones, a pesar del "verso suelto" de Marta Rovira, del áspero tono de la desautorización de Munté, de las excusas de Junqueras para no firmar la compra de ocho mil urnas y de las estrategias electorales opuestas del PDeCAT y ERC.

Las celebraciones separatistas por la peripecia de los congresistas estadounidenses Dana Rohrabacher y Brian Higgins en España han cesado abruptamente. Los requerimientos del Tribunal Constitucional, la vigilancia de la Fiscalía y la sombra de la inhabilitación generan grandes tensiones en la Generalidad y la cámara catalana. Los convergentes tratan de atribuir a ERC las dificultades organizativas del referéndum. Junqueras se bate el cobre en los medios afines con ardorosas promesas sobre la celebración del referéndum y la aplicación del resultado, pero los convergentes le acusan de falta de compromiso con el proceso y de mantener la línea abierta con la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría.

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