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Rajoy se desentiende de Moix y el Gobierno lo ve víctima de una operación de fiscales rebeldes

El Ejecutivo emplaza a Maza a que tome una decisión sobre Moix, al que ya no respalda en público. Rajoy guarda silencio entre rumores de dimisión. 

El Ejecutivo emplaza a Maza a que tome una decisión sobre Moix, al que ya no respalda en público. Rajoy guarda silencio entre rumores de dimisión. 
Mariano Rajoy y Manuel Moix | EFE

Mariano Rajoy hizo del silencio su arma más letal contra Manuel Moix, que todavía sigue al frente de la fiscalía anticorrupción. Los rumores sobre su inminente dimisión arreciaron este miércoles en el Congreso de los Diputados, a la espera de que mantenga una conversación clave con José Manuel Maza, el fiscal general, en las próximas horas. Si bien, a Moix le quedó claro que ya no cuenta con el respaldo del Ejecutivo, que optó por lavarse las manos. Conocido su vínculo con un paraíso fiscal, y aunque la sociedad está declarada a Hacienda y nadie discutió en el PP su legalidad, se le acabaron los apoyos en Moncloa.

El Ejecutivo encontró un argumento para tratar de desentenderse de la polémica, que fue a más con el paso de las horas por las contradicciones del protagonista. "Cuando se trata de nombramientos de la fiscalía, es la fiscalía a quien le corresponde esos nombramientos y las situaciones administrativas que afecta a los fiscales", declaró Soraya Sáenz de Santamaría. Esto es, toda la presión para Maza. Rafael Catalá, próximo a la vicepresidenta, también señaló al fiscal general: es a él "a quien le corresponde proponer un expediente para remover al señor Moix", destacó, informa Paloma Cuevas.

Así, el Gobierno pasó del respaldo cerrado a dar prácticamente por amortizado a Moix. No hace ni un mes que Rajoy dio la cara por él con toda la solemnidad que otorga el Congreso. "Es un profesional con amplia y exitosa trayectoria" que actúa "con total independencia y plena responsabilidad", afirmó en la sesión de control, ante las críticas de la oposición. Entonces, el titular de Justicia también le defendía: "Estamos a tiempo de parar esto, la sociedad española no se merece un uso tan zafio de esta institución. Dejemos de levantar insidias que no tienen ni un solo fundamento", aseguró en las Cortes.

Este miércoles, nadie salió en su auxilio en el PP, a excepción de Alicia Sánchez-Camacho y Celia Villalobos. Los vicesecretarios generales, que atienden a los medios de comunicación de forma habitual, enmudecieron y empezaron las críticas a micrófono apagado. "Desde luego, no es estético y su continuidad hace daño a la institución", soltó un alto cargo de Génova sobre Moix. "No parece que le quede mucho", añadió un diputado popular. El modus operandi recuerda al ya vivido en otros casos, como el de Pedro Antonio Sánchez o José Manuel Soria, por poner ejemplos recientes.

La información aparecida en Infolibre de que posee desde 2012 el 25% de una sociedad offshore en Panamá provocó el giro en la estrategia gubernamental. Según fuentes del Ejecutivo, Catalá despachó el martes con Maza pare preguntarle por el asunto y éste le restó importancia explicándole que era "una propiedad familiar" de Moix. Además, de esa conversación el Gobierno sacó la conclusión de que la filtración se debe a la rebelión de aquellos fiscales que mantienen una guerra abierta contra él. "Le han estado investigando", constataron. Pero, pese a ello, la directriz que se trasladó desde Moncloa fue dejar de apoyarle.

Ahora, desde el Ejecutivo se deslizó que todo depende de la conversación que Moix mantenga con Maza, que también ha rehusado arroparle públicamente, este jueves. Y, pese a la enorme presión, quienes le conocen en el Gobierno avisaron de que "no es un hombre que se vaya a deprimir o que se vaya a venir abajo", por lo que no se puede dar por descontada su dimisión. Unos rumores que, por cierto, alimentaron desde el propio PP durante toda la jornada.

Al presidente le preguntaron una y otra vez por Moix en los pasillos de la Cámara Baja, en el marco de las votaciones de los Presupuestos Generales del Estado. Una vez terminaron, Rajoy se paró brevemente ante los periodistas pero únicamente para congratularse de que las cuentas públicas hayan salido adelante. "España lanza un mensaje de estabilidad, confianza y credibilidad", proclamó visiblemente cansado. Cuando escuchó el nombre de Moix, dio por concluida su declaración mientras sus asesores le abrían paso.

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