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David Gistau destroza a Letizia: "Cada vez más desdeñosa y fruncida"

Si Zarzuela no quería que el Emérito le hiciera sombra a Felipe ha hecho un pan con unas tortas.

Si Zarzuela no quería que el Emérito le hiciera sombra a Felipe ha hecho un pan con unas tortas.
La Reina Letizia ayer en el Congreso / EFE

El Mundo abre su portada con la conversación del exRey con Raúl del Pozo, quien cuando no le vio en los fastos de ayer le llamó para preguntarle dónde se había metido. "¿No cree Su Majestad que no invitarle a la conmemoración de la Democracia es como no invitar a Napoleón a la conmemoración de la batalla de Austerlitz?- Don Juan Carlos: Sí, desde luego". "El protocolo lo ha borrado de la Historia y él está enfurecido, aunque no lo haya expresado por discreción y sentido del deber". ¿Que no lo ha expresado? Pero si ha llamado a todo quisqui, le ha faltado subirse a una carroza del Orgullo Gay a proclamar su cabreo. "La presidenta del Congreso intentó invitar al rey emérito y la Zarzuela lo impidió. Para no quitar protagonismo a Felipe VI", dice. "Antonio García Ferreras insinúa: 'Tendría que haber venido aquí, a Al Rojo Vivo". Pero Antonio, corazón, ¿cuándo? Si entre dar en directo todos los discursos del actito podemita, meternos de pe a pa la valoración –mala, como siempre– del discurso del Rey de Iglesias, entrevistar a todo podemita que pasara por allí, aunque tuviera que cortar a Rivera, no te queda sitio en el programa. Pero vamos al discurso Real. "Felipe VI pide cumplir la ley para no volver a la España desgarrada". Dice el editorial que fue un "discurso sólido y ceñido a la defensa de la arquitectura jurídica y política que, a lo largo de la Transición, sentó los cimientos de la etapa democrática". Dicho esto, lo del Rey Emérito no tiene nombre. Don Juan Carlos, "y con toda la razón, se sintió dolido". Y "cabreado", añade Lucía Méndez. Y a la discreción que le den morcillas. "Él quiso que todos los españoles lo sepan". Pues nada, nos damos por enterados. Papá rey está enfadado.

El País, más discreto con el disgusto emérito, dice que "España busca en la Transición el consenso político perdido". El pobre Cebrián está nostálgico. SU Transición, con lo que mandaba él y mírale ahora, hablando de sus masturbaciones en la radio. Quién le ha visto y quién le ve. "Juan Carlos I, molesto por su exclusión de las celebraciones". El editorial es muy frío con el discurso de Don Felipe. "Las intervenciones del Rey y Ana Pastor estuvieron a la altura de las expectativas". Muy duro con el PSOE. "El acto paralelo organizado por Unidos Podemos y en el que participaron el PSOE y algunos partidos nacionalistas demuestra que ni la reconciliación ni el diálogo son hoy valores en alza para determinadas fuerzas políticas". Y muy cabreado con lo del Emérito. "Faltó el Rey Juan Carlos". Culpa El País al "Congreso y el Gobierno, que debía dar explicaciones" de esta ausencia. No se corta Cebrián de atizarle un sopapo a Felipe. "La Casa Real ha de tener en cuenta que si no pone en valor y defiende la figura y el legado del Rey Emérito, nadie lo hará, y lo acabará pagando el prestigio de toda la institución cuya legitimidad está sostenida en gran medida sobre el importante papel que el rey Juan Carlos ha desempeñado en los últimos 40 años". Zas, en toda la boca de don Felipe. Cuenta Rubén Amón que el pobre Emérito se había reservado el día, tenía hora en la peluquería, cuando desde "la Casa del Rey le disuadieron de ir por motivos protocolarios". Compuesto y sin novia, "Juan Carlos vio la ceremonia a medias por la televisión". Pero hombre, ¿y cómo no llamó a Ferreras? "El Rey Emérito había pasado unos días en Sanxenso para dedicarse a la vela, pero había despejado la ultima semana de junio, contando con que sería invitado" a la fiesta. Menuda faena, el hombre interrumpe sus vacaciones y le hacen este feo. Y eso que Don Juan Carlos no iba "con el ánimo de hacer competencia a su hijo". Pero Felipe dijo, quita, quita, que papi es muy campechano y con lo soso que soy yo seguro que todos prefieren echarse unas risas con él. Dice Amón que "la explicación semioficial de este aparente desplante tiene que ver con la elección de los espacios", que no sabían dónde ponerlo. ¿Y no podían haber pedido una silla, caramba? Donde caben 400 caben 401, digo yo.

ABC hace de pregonero: "Don Juan Carlos hace saber que está molesto por su exclusión". En la versión del periódico más monárquico, "desde la Casa del Rey se atribuyó la ausencia al propio don Juan Carlos. Según fuentes de Zarzuela, desde el momento de la proclamación de don Felipe, don Juan Carlos decidió que cuando el Rey interviniera en una sesión plenaria de las Cortes Generales, no acudiría". Hombre, ya, pero es que ayer era el protagonista del tema. No cuela. El ex-Rey "fue injustamente preterido en la conmemoración de unas elecciones que nunca habrían tenido lugar sin su decidida apuesta por la democracia", toma leche a don Felipe. Aunque la mayor crítica a los actuales monarcas llega de la pluma de David Gistau, que define como "auténtico golpe bajo lleno de ingratitud" el desplante al rey. "Los reyes actuales están precintados en frialdad y colocan a su alrededor cada vez más distancias y compartimentos estanco, se añora el carisma del anterior, el borboneo, la personalidad, todo aquello por cuya carencia la monarquía actual parece compuesta por funcionarios con horario de trabajo". Hombre, Gistau, pues lo que son. Y Letizia está "cada vez más desdeñosa y fruncida", la muy siesa. Con lo maja que era Sofía. Luis Ventoso no entiende el interminable cabreo de Pablo Iglesias. "Un comunista hijo de padres de cómoda burguesía, funcionario, un supuesto antisistema que goza de máximo apoyo mediático, con unas posibilidades de exposición pública insólitas. Varias televisiones a su disposición, líder de un partido y diputado, con la comodidad personal añadida de haber colocado a su pareja como número dos, lo que le permite conciliar cómodamente trabajo y familia. Influencia, fama, dinero y amor. Este hombre debería estar contento. Pues no". Un amargado con ganas de jorobar.

La Razón: "Don Juan Carlos , dolido: 'Han ido hasta las nietas de la Pasionaria". Bueno, señor Juan Carlos, eso era para que Pablito y su banda no montaran un cirio, le temen más que a una vara verde. Cuenta Fernando Rayón que "no es frecuente que el Emérito transmita su enfado a los medios de comunicación. Cuando quiere hablar busca la ocasión de hacerlo. Siempre ha sido así. Pero esta vez –quizá para no hacer más daño tras el desplante– ha querido hacer llegar su malestar a través de fuentes seguras". Y tan seguras, no se habla de otra cosa. Y eso que no era para hacer daño. "También ha hecho llegar que se siente dolido y aunque exculpa a su hijo de no haber sido invitado, tampoco quiere señalar a los responsables –sabe quiénes son– y que asume con profundo malestar no haber estado presente". Uff, esto huele a nuera. Cualquiera aguanta hoy a Letizia.

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