Carles Puigdemont se mostraba reticente a comparecer ante los miembros del Círculo del Liceo, uno de los clubs más selectos de la que se considera gran burguesía catalana. Tras aplazar varias veces la cita por inconcretos problemas de agenda, finalmente aceptó la invitación y a finales de julio participó en un encuentro restringido con destacados miembros de la entidad.
La reunión se esperaba con gran interés y el presidente de la Generalidad no defraudó a sus anfitriones. De arrancada intentó tranquilizar a los presentes respecto a la deriva del proceso y culpó de la tensión al Gobierno, que según su versión se ha cerrado en banda a una "salida negociada". Puigdemont se ratificó en la celebración del referéndum del 1 de octubre, pero evitó en todo momento entrar en detalles sobre el día después.
Tras los tópicos de rigor, el presidente de la Generalidad sorprendió a los presentes al definirse como un hombre "modesto" y de "perfil bajo" que a sus 54 años no teme ir a la cárcel porque su objetivo está por encima de las contingencias terrenales.
Su intención es la de pasar a la historia, confesó a sus asombrados interlocutores. Puigdemont trazó una biografía un tanto inclemente de su persona puesto que afirmó que a pesar de haber sido alcalde de Gerona y ocupar la presidencia de la Generalidad, no ha acometido ninguna empresa de relieve en su vida por la que ser recordado y el referéndum, apuntó, es su gran oportunidad.