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Cabreo y estupefacción con la declaración de guerra del hermano de Maragall

La nueva temporada del serial catalán ha empezado. El primer capítulo, inaugurado por el hooligan Maragall, promete emociones fuertes.

El Mundo está plagado de titulares optimistas. "ERC toma el control del Parlament y el PP aprecia un nuevo tono". "El Parlament olvida la república". "Adiós independencia, hola autonomía". El editorial, sin embargo, no se corresponde con esta alegría. "La legislatura que ayer arrancó en Cataluña no preludia un tiempo político capaz de devolver la política catalana a la normalidad institucional". Hombre, depende de lo que entendamos por normalidad. En Cataluña la normalidad lleva tiempo siendo el espectáculo, el esperpento, la ilegalidad, las enardecidas arengas indepes, la agresión al discrepante... Dice Rosell que lo único bueno es que Podemos ya ni se molesta en fingir y admite abiertamente su "apoyo a los independentistas". El nacional-podemismo está en marcha. En cuanto a los discursos, "es cierto que el discurso de Torrent sonó conciliador", pero claro fue después de la macarrada del hermano de Maragall. Daba miedo oírle, hasta Rahola parecía una moderada a su lado. "Este país será siempre nuestro", bramó. "Una amenaza que provoca escalofríos", dice Rosell. Fue realmente espeluznante. Javier Redondo dice que la performance de la investidura de Puchi por Twitter o suplantando otro cuerpo tiene los días contados. "El espectáculo se prolongará al menos 10 días más", pero ERC no está por la labor. "El separatismo no puede arriesgarse a perder el poder. Es una cuestión de supervivencia. El nacionalismo es un negocio". Y qué negocio, oiga, qué manera de robar. Raúl del Pozo recuerda otros momentazos terroríficos de ayer. Cuando salió el hooligan Ernest Maragall "con pinturas de guerra" y cuando "cantó Els segadors la mitad de la cámara". Madre mía, tiesos en pie, puño en alto. Lo del Cara al Sol con el brazo alzado del franquismo era una nana en comparación.

El País no ve el buen rollito de El Mundo. "Los separatistas amenazan con Puigdemont o elecciones". Tampoco el editorial se confía mucho, que ya sabemos cómo las gastan. "Un tono muy positivo que contrasta con el de Forcadell", dice. "La andadura del Parlament se abre, pues, si no en plena normalidad, como pusieron de manifiesto las extemporáneas palabras de Ernest Maragall, por ahora, dentro de la legalidad. La nueva Mesa tiene en sus manos decidir qué rumbo toma la nueva legislatura. Si es la vía del conflicto, será desde luego con el aval de los comunes (...) En breve sabremos si las palabras del nuevo president del parlament son retórica o se convierten en realidad", dice sin tenerlas todas consigo. Teodoro León Gross le quita la careta a Colau, lo que fuera de Cataluña llamamos Podemos o Pablo Iglesias. "Ni quito ni pongo president, pero sirvo a los indepes". "Un pacto tácito de apoyo mutuo con los soberanistas". "Los comunes siempre están en la misma trinchera". Al menos ahora lo hacen abiertamente y nos ahorran el trabajo de leer entre líneas. Gracias, Pablo, progresas adecuadamente, sigue así.

ABC dice que "la legislatura catalana arranca dentro de la ley". El editorial es de los más pesimistas. "En Cataluña se está a la espera de un candidato independentista de nueva extracción sin antecedentes ni horizonte penal en ciernes". David Gistau narra el capítulo de ayer, en el que destacó el discurso de Maragall, "lleno de escatologías mesiánicas que crepitaban en lo más ardiente de la sublevación". "Un poco más y también manda a Arrimadas de vuelta a Cádiz como excrecencia charnega sin legitimidad dinástica". Menudo tiparraco. "Cómo se apresuró, por cierto, Iceta en elogiar a Maragall con un tono servil (…) Cómo dejó solos a los constis". A Sánchez le ha hecho un buen roto que podía haber evitado manteniendo la boca cerrada.

La Razón titula: "Un Parlament preso de Puigdemont". Dice el editorial que las amables palabras de Torrent "permiten albergar alguna esperanza", "mueven a un moderado optimismo". Sobre todo después de la intervención "extemporánea y fuera de protocolo" del "separatista converso" Maragall y su "radicalidad agria". Pero lo que más destaca del editorial de Marhuenda es que ve positivo el alineamiento podemita con el separatismo. "Los votos de la CUP ya no son decisivos una vez que Podemos ha tomado partido por el bloque secesionista y podría facilitar la elección de un presidente de la Generalitat no contaminado". ¿De verdad Marhuenda ves mucha diferencia entre la CUP y Podemos? Pues deberías hacértelo mirar. O ya lo hará la realidad.

La Vanguardia dice que "el presidente del Parlament abre la legislatura en tono conciliador". El editorial pone a caldo a Maragall. "Las palabras fueron desabridas e impropias de quien ostenta un cargo, de muy breve duración, que debe caracterizarse por la neutralidad. Lejos de eso, el político aprovechó la ocasión para lanzar una diatriba contra el Estado (del que, dicho sea de paso, la Generalitat forma parte). Y acabó con una declaración inadmisible. 'Este país será siempre nuestro', como si Cataluña fuera propiedad de una parte de sus ciudadanos y no del resto. Inés Arrimadas, la fuerza más votada el 21-D, le reprochó, y no sin razón, que hubiera dado un mitin partidista". Casi me creo este acto de contrición de Godó. Hasta que leo a su columnista de cabecera Pilar Rahola. Que si el Estado "amenaza", que si "represión", que si "españolismo rancio", etc. ¿Qué decía de palabras desabridas, señor Godó?

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