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El último debate de Esperanza Aguirre y su testamento político

Menos de una semana antes de irse, afrontó un debate sobre el estado de la región en la Asamblea que, aunque nadie más lo sabía, era el último.

El pasado martes a las doce en punto de la mañana Aguirre empezaba su intervención en el debate sobre el estado de la región de la Asamblea de Madrid. En ese momento poquísimas personas lo sabían -la propia Aguirre y quizá alguno de sus más directos colaboradores-, pero ese que empezaba era su último discurso como presidenta.

La intervención inicial de la popular tuvo un tono muy genérico que sorprendió a muchos de los periodistas que cubrían el acontecimiento: más que un repaso al estado de la región Aguirre hizo una exposición muy ideológica, un discurso con mucho fondo y que, a la luz de lo ocurrido este lunes tenía, obviamente, vocación de testamento político.

Al día siguiente, la repuesta desde los escaños de la izquierda fue extremadamente dura: como siempre le ha ocurrido desde sus lejanos días como ministra de Educación, en su último debate Aguirre sufrió un ataque muy duro, en el fondo pero sobre todo en las formas, tanto de Gregorio Gordo, de IU, como de Tomás Gómez.

Pero, también como ha ocurrido desde que Aguirre llegó a la primera fila de la política, la ya expresidenta se creció con el castigo y fue todavía más dura que sus oponentes, y algunas frases que espetó a Gregorio Gordo - "yo me presento como liberal y como tal me votan pero usted no se atreve a presentarse como comunista, por algo será" -; o a Tomás Gómez –"cuando usted deje de decir mentiras sobre mí, yo dejaré de decir verdades sobre usted"- pasarán a la antología de los mejores mandobles políticos.

Lamentablemente, al menos para buena parte de los madrileños, Aguirre ya ha dejado de hablar de Gómez.

¿El testamento de Aguirre?

Pero volviendo a su discurso del pasado lunes, hay muchos motivos para considerarlo un buen testamento político de Aguirre. Para empezar, y aprovechando que estábamos a 11 de septiembre un recuerdo a las víctimas del terrorismo y aquel ataque "contra la nación - en referencia a los EEUU - que mejor representa los valores de la cultura occidental y nuestra civilización".

El segundo punto de importancia fue recordar el abrumador resultado de las elecciones de mayo de 2011: el éxito que ella misma había conseguido alcanzando un 51,74% de los votos y, sobre todo, el fracaso de los socialistas, que con Gómez a la cabeza obtuvieron "el peor resultado de su historia con sólo un 26,23% de los sufragios".

Todo esto, "después de gobernar en medio de la crisis económica más profunda de las últimas décadas". Un éxito que la propia Aguirre vinculó con el apoyo de los madrileños a las políticas de austeridad que desde 2007, y antes de que se empezase a hablar de crisis, había aplicado la Comunidad de Madrid.

Entrando en materia y hablando sobre la crisis, Aguirre recordó que la razón principal de la crisis es que "hemos gastado mucho más de lo que teníamos". A partir de ahí Aguirre reconoció las buenas intenciones de todos en esos excesos de gastos, pero en otro párrafo para la historia, arremetió contra la "superioridad moral" de izquierda de la que presumía Tomás Gómez:

"¿Dónde está la superioridad moral de quienes han gastado a manos llenas el dinero del contribuyente, el de sus hijos y el de sus nietos? ¿Dónde está la superioridad moral de dejar una deuda pública que se ha duplicado en los últimos cuatro años y por la que, sólo en este ejercicio, tenemos que pagar 29.000 millones de euros por sus intereses? ¿Dónde está la superioridad moral de haber dejado a uno de cada dos jóvenes sin trabajo?".

También tuvo palabras sobre las claves de la política, y los errores que los ciudadanos no perdonan. Ahí, aunque quizá nadie se dio cuenta, el discurso tuvo más que nunca un tono de despedida:

"Con cierto orgullo puedo decir que, después de casi treinta años de estar en primera fila de la política, he cometido muchos errores, he metido la pata bastantes veces, he hecho declaraciones más o menos acertadas, pero en escasísimas ocasiones, si es que ha habido alguna (que yo no recuerdo), he dicho algo que no fuera verdad".

Los más débiles

Siguió avanzando Aguirre por su discurso y siguió lanzando cargas de profundidad ideológica que resumen buena parte de lo que ha sido su carrera política y, sobre todo, sus años en la presidencia de la Comunidad de Madrid. Así, por ejemplo, habló de los más débiles y de los que dicen protegerlos:

"Esto hay que repetírselo a los socialistas y a los comunistas una y otra vez: los gastos desenfrenados en materias que no son esenciales luego los pagan los más humildes, los más desfavorecidos y los más honrados. Y precisamente por eso, los que dicen defender a los más humildes deberían ser los primeros interesados en cortar de raíz el despilfarro".

Aguirre repetía de nuevo el que ha sido su mantra durante los últimos años de la crisis, "prescindir de los superficial para asegurar lo esencial", y desgranó cómo ella misma, su gobierno y su política se habían esforzado por apretarse el cinturón... y apretárselo a otros,  como partidos políticos, patronal y sindicatos.

Revisión del Estado Autonómico

El último empeño de Esperanza Aguirre ha sido influir en la política nacional en la dirección de darle una vuelta a España, no en el sentido ciclista que tanto agradaría a Rajoy, sino en el repensar y cambiar la forma, obviamente desastrosa, en la que en el 78 decidimos organizar el Estado.

Así, Aguirre también afrontó este asunto en su último debate y lo hizo, como todo lo demás, sin pelos en la lengua recordando cómo le había propuesto a Rajoy "en mi primera entrevista institucional con él, una revisión a fondo de nuestro Estado Autonómico".

Y con la claridad de siempre volvió a recordar que ese Estado Autonómico "nació para dar solución a las aspiraciones de dos regiones, Cataluña y el País Vasco, que tenían desde hacía décadas reivindicaciones sin resolver. Después de 33 años de Autonomía los problemas de esas dos Regiones están más vivos que nunca y, además, hemos creado un Estado con 17 Comunidades Autónomas que, en muchos casos, han duplicado las administraciones, las legislaciones y las estructuras, han aumentado el gasto y han complicado innecesariamente el funcionamiento de servicios que son esenciales".

La igualdad de oportunidades, "que no igualdad a secas, que suele acabar en una igualdad sin oportunidades" o la responsabilidad de los ciudadanos para afrontar ellos mismos sus problemas y buscar sus propias soluciones sin la injerencia asfixiante del Estado fueron también cuestiones de las que habló Aguirre en ese discurso y ese debate que, aunque entonces no lo sabíamos, fueron un excelente cierre y casi un resumen de una carrera de 30 años que ha dejado una profunda huella en la política madrileña... y en la española.

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