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Rajoy acusa el desgaste pero dice que "lo peor ha pasado"

El presidente hace balance. Augura "momentos muy difíciles", pero vislumbra signos positivos. Se pone como reto dar la batalla en Bruselas.

Un año después de arrasar en las elecciones generalesMariano Rajoy acusa el desgaste. En todos los sentidos. Ha vivido momentos muy malos, haciendo trizas su ideario político e improvisando medidas a consecuencia del vendaval económico. En privado admiten equivocaciones, como retrasar los ajustes por las elecciones andaluzas. El presidente adelgazó en demasía e incluso llegaron los problemas de sueño. Muchos de sus ministros dieron por hecho el rescate, que aún no se descarta. Pero, en su primer aniversario, compareció con la cabeza bien alta, y anunció signos de recuperación.

El jefe del Ejecutivo se puso hace 365 días como único objetivo evitar el hundimiento económico, y sólo económico ha sido su balance. Nada dijo del resto de brazos de la crisis, mentando de pasada las "polémicas" en Cataluña para asegurar que hasta las empresas de esta comunidad llaman a la puerta de Moncloa para crecer.

El relato de lo acontecido que se hace en privado, en ocasiones, da escalofríos: "No sentimos indefensos", opina un ministro, cuando todo parecía del revés. "Sin saber qué hacer. Nos temimos lo peor, pensábamos en las imágenes de corralito de Argentina y nos quitaba el sueño". Los meses previos al mes de agosto fueron angustiosos, también las negociaciones para la ayuda a las entidades financieros. "Llegó a parecer que los cajeros no darían dinero al día siguiente".

A Rajoy le preguntaron qué resumen hace con más paro y misma prima de riesgo que en 2011, y él reformuló la cuestión: "¿Qué hubiera pasado si no hubiéramos tomado esas medidas?". Para responderse que el suyo no es sólo el mandato de la austeridad, sino también el de las reformas y el crecimiento. Se erigió protector de la Unión Europea alrededor del euro en un momento en el que todo parecía desmoronarse.

"Son medidas que hacen daño a la agente, a mucha gente, que son difíciles de explicar y comprender", pero obligatorias. A pesar del malestar ciudadano en aumento -visible en las encuestas, en las que el PP cae constantemente en intención de voto-, de las protestas en la calle -algunas salvajes, como las ocurridas al finalizar la última huelga general-, el presidente afirmó: "Son imprescindibles. Si no, no las hubiéramos tomado".

El Gobierno, el propio presidente, llegó a advertir que no existe de facto soberanía nacional: "Los españoles no podemos elegir, no tenemos esa libertad", admitió en el Congreso a la par que subía el IVA y reducía el jornal de los funcionarios. Todo tiene que pasar por Bruselas, "que incluso manda delegaciones para cerciorarse de que las cosas salen". Está siendo muy complicado meter en cintura a las comunidades autónomas, pero el equipo de la vicepresidenta destaca con orgullo el plan de adelgazamiento de la administración, que aún lento creen que dará sus frutos.

Ha sido un año muy duro, calamitoso, pero Rajoy empieza a vislumbrar cambios pese los malos augurios de la UE: "El año 2013 será mejor y en 2014 habrá crecimiento. Según se comprometió el presidente de la Comisión, José Manuel Duraro Barrosono serán necesarios ajustes adicionales -al menos- el próximo año. La clave está en el cumplimiento del déficit, aunque el Ejecutivo no descarta una negociación de última hora para flexibilizar los objetivos.

Rajoy se mostró moderadamente optimista con lo que está por llegar: 2013 "va a ser un poco mejor", con cifras más positivas a las que marca el cuadro macro –que sigue augurando crecimiento negativo-.Y se reafirmó en que "no se puede vivir gastando lo que no se ingresa". Su invitada a la Moncloa, Dilma Rousseff, le compró la teoría a pesar de las fricciones en sus discursos: "La combinación de austeridad y crecimiento son compatibles, no antagónicas. Son interdependientes".

Los signos positivos del Gobierno

Aunque cansado -su agenda está siendo frenética estos días, entre la cumbre iberoamericana y sus viajes a Cataluña para participar en campaña-, Rajoy sacó energía para defender los logros de su mandato: "Se han hecho reformas de mucho calado que no producen efectos en un tiempo mínimo, pero sí nos van a situar en una mejor situación en el futuro". Citó el banco malo, pero también que España cierra el año con una balanza comercial positiva con la zona euro, "algo que no había ocurrido nunca". O que la balanza por cuenta corriente se equilibrará, e incluso será positiva, cuando "no hace mucho era negativa, un -11%".

El Ejecutivo, en colaboración con la Casa del Rey, se definió embajador de las empresas españolas en busca de inversión. Por ejemplo en Brasil, con la que ya hay grupos técnicos para negociar la participación en varias infraestructuras como el tren de alta velocidad. A pesar "de las polémicas que hay ahora, hay empresas catalanas que lo que requieren a las instituciones es que les abran camino", desveló.

La crisis de deuda

La prioridad que se puso -además de seguir el programa de reformas, reseña su entorno- es conseguir que cese la crisis de deuda. "Lo peor ha pasado", asegura, con la prima de riesgo alrededor de los 400 y el bono español a diez años sin atravesar ninguna línea roja. Pese a todo, "la medida más importante es que la economía se pueda financiar bien. Tanto el sector público como el privado", afirmó.

Ésa es hoy la batalla. Que se da todos los días, según fuentes diplomáticas, con el problema de que Alemania está ya envuelta en campaña electoral, y en este país "ha calado la idea de que hay que dejar de dar dinero a los países periféricos". Si no hay condiciones extraordinarias, más allá del cumplimiento del objetivo de déficit, Rajoy no descarta solicitar la ayuda del Banco Central Europeo. "Si no hay crédito en España no habría ni inversión ni empleo".

"Estamos trabajando por más integración europea, unión fiscal. No vamos a parar hasta conseguirlo", recalcó. Todo está interrelacionado, aseguran en Moncloa. Y de ahí que las próximas citas comunitarias antes de Navidad son clave. La primera esta semana, sobre presupuestos, y la segunda en diciembre, a fin de avanzar sobre el supervisor bancario único.

Un cumpleaños agridulce, con un presidente que siempre llevó a gala ser previsible "desbordado". "La situación es difícil, pero transitoria. Tenemos que adoptar estas medidas. Créanme que damos pasos en la buena solución, aunque todavía queden momentos muy difíciles", fue su resumen de situación. 

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