Consabido es que el Ministerio de Sanidad es uno de los más difíciles de gestionar. Más aún en tiempo de vacas flacas, y con el mandato de ajustar al máximo el presupuesto para cumplir con el objetivo de déficit. Se han tomado medidas impopulares, pero algunas -como el control farmacéutico, ahorrando 400 millones de euros en dos meses- están dando resultados positivos desde el primer minuto de su implantación. Sin embargo, el PSOE, en vez de responder a esta política ofreciendo su propio modelo, está centrando su estrategia en acusar a Ana Mato de esconderse y no dar la cara en el Parlamento.
Una acusación que cae por su propio peso acudiendo al diario de sesiones tanto del Congreso de los Diputados como del Senado. Así, en la Cámara Baja, la ministra del ramo sustanció un total de 31 preguntas orales, posicionándo al suyo como el cuarto departamento en número de respuestas. Sólo la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría; el titular de Hacienda, Cristóbal Montoro; y el de Educación, José Ignacio Wert, están por delante.
La campaña socialista se hace más endeble si nos fijamos en las interpelaciones en esta misma Cámara. Junto a Montoro, Mato está a la cabeza acudiendo al Pleno un total de ocho veces para ofrecer las pertinentes explicaciones en este formato.
En el Senado más de lo mismo. De hecho, Mato es una de las ministras que acude con más regularidad, y no es extraño verla conversar con cargos públicos o periodistas. En total, ha respondido en lo que llevamos de legislatura 20 preguntas en el Pleno, igual por ejemplo que el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. Se posiciona en sexto lugar. En cuanto a las interpelaciones, cuatro han sido las sustanciadas por la ministra de Sanidad, si bien haciendo la comparativa cabe destacar que cuatro departamentos aún no han realizado ninguna.
Con estos datos encima de la mesa, desde Sanidad se asegura que Mato es “una de las ministras que más comparece” en las Cortes, y que únicamente hay acudir a los archivos para darse cuenta de que las quejas del PSOE “no tienen ni pies ni cabeza”.